martes, 28 de diciembre de 2010

Capítulo 6: Casi el Paraíso (Maratón Parte 4-5-6-7 Final)


Parte 4
Austin:
Ya se había hecho de día otra vez, me levanté, me vestí y bajé a desayunar con Jack, ya que el resto seguían durmiendo. El desayuno era de buffet así que nos acercamos a los mostradores a coger nuestra comida.
Me fijé en la muñeca de Jack, tenía una pulsera exacta a la tobillera que le había regalado a Sam.  Agarré esa muñeca de Jack:
-¿Qué pasa? – me dijo.
-¿Eh? – solté su muñeca-. Nada, ten cuidado con la comida, parece que quema.
-¿Quieres un poco?
-No, gracias. Está bien.

Samantha:
Terminé de vestirme para bajar a desayunar. Me senté en la cama para calzarme las sandalias, cuando toqué mi tobillo. ¡No estaba la tobillera!
Me levanté de un brinco nerviosa, Austin me iba a matar si se enteraba de que la había perdido.
Selena petó en la puerta de mi habitación y fui con ella a desayunar. Luego fuimos hacia la playa, donde el F4 nos esperaba para dar una vuelta en caballo.
Eric ayudó a Selena a subirse en su caballo, hacían una linda pareja, pero Eric era un playboy y Selena una inocente chica, y yo no quería que saliera herida.
Austin me tomó por la cintura y me ayudó a subir en mi caballo.
-¿Dónde está la tobillera que te regalé?
Mierda, ya se había enterado.
-Ah, eso… está en mi habitación – mentí-. Tenía miedo de pederla, ¿qué me harías si eso pasase?
-Aprendiste bien la lección.
Y se subió a su caballo. Suspiré aliviada, ahora solo necesitaba encontrarla de vuelta.
Y así pasamos el día entero, paseando a caballo por la playa. No cabía duda que a caballo Jack era el mejor. Luego los chicos se pusieron a jugar al volley. Austin y Eric vs Leo y Jack.
Selena y yo los animábamos. Era adorable verlos jugar juntos, se notaba que eran amigos de verdad y que debajo de esas pieles de ricos y arrogantes estaban personas realmente agradables.

Austin:
Descansamos un poco y Jack me acompañó a tomar unas bebidas. Y otra vez miré su muñeca, la pulsera… ¿por qué Jack tenía que comprarse una pulsera exacta a la de Sam?
-¿Qué es eso? No te pega – le dije mirando a la pulsera.
-¿En serio? – posó el vaso vacío sobre la mesa, luego se quitó la pulsera y me la dio-. Simplemente me gustó.
-¿Qué?
-Es de Sam, se le cayó anoche. Devuélvesela.
Guardé la pulsera en el bolsillo de mi pantalón y me acerqué de vuelta al campo.
-¡Bola va! - exclamó Leo antes de sacar.
La pelota siguió su trayectoria por encima de la red y cayó justo sobre mis pies.
-¡Austin, estate atento! - me indicó Eric.
Pero, ¿cómo podía estar atento?
Sam me había mentido y Jack tenía la pulsera.
"Ni que fuera una cría, ¿no puedo ir a dónde me de la gana?"
Sus palabras... eso quería decir que había estado con Jack.
"Eeh... pues... está en mi habitación, no quería salir y perderla, ¿qué me harías si eso ocurriera?"
Y la piadosa mentira...
Levante la cabeza para intentar distraer mi mente concentrándome en el juego. La pelota regresó a mí, pero esta vez impactando en mi cara. La nariz me empezó a sangrar.
-¿Estás bien? - preguntó Eric preocupado, asentí lentamente-. Vete al baño a limpiarte con un poco de agua.
-¡Estoy bien, joder!
Fui al baño más cercano y limpié la sangre. Volví con ellos, tomaban tranquilamente unos helados. Sam me miró, evite su mirada.
-¿Dónde está Jack? - pregunté al comprobar que era el único que faltaba.
-Se ha ido por ahí - Eric me señaló el camino.
Me metí entre las plantas buscando a Jack, como lo cogiera lo mataría.
El camino terminaba en una pequeña cala, a lo lejos en el mar Jack remaba en una piragüa. Me quedé un rato esperando, pero Jack parecía no querer salir nunca del agua. Me aburrí de esperar y me largué de allí, ya ajustaríamos cuentas en otro momento.

Samantha:
Salí a dar un paseo después de comer. Me acerqué a la playa, y por suerte me encontré con Jack. Él estaba alzando la vela de una pequeña embarcación.
-¿Qué vas a hacer? - le pregunte mientras me acercaba.
-Voy a pescar. Mientras haya velas y viento puedo ir a donde quiera- se subió en la embarcación-. ¿Quieres venir?
-¿Puedo? - dije con una sonrisa.
-Siempre y cuando prometas estar quieta y no asustar a los peces - dijo divertido.

Me tendió su mano y me ayudó a embarcar. En poco tiempo nos encontrábamos navegando sobre el mar azul.
Jack pescó con su caña un bonito pescado tras varios intentos. Me lo dio:
-Devuélvelo al mar.
-¿Qué? Con lo que te costó pescarlo ¿y lo devuelves al mar?
-¿Podrías comerte un pescado que vive en un lugar tan bonito?
Tenía razón, sería un pecado comérselo.
-¡Al mar pescadito! - lo devolví al agua-. ¡Adiós!
Moví la mano despidiéndome del pescado. Jack simplemente sonrió.

Eric:
Y tenía que seguir ejerciendo de niñera...
Selena estaba en la playa sacándose fotos a sí misma con una cámara fotográfica. Me acerqué a ella.
-¡Qué arte!
Me miró con mala cara y corrió al agua, montándose en una de las pedaletas. La seguí y me senté a su lado.
-¿Por qué me sigues? - protestó.
-Es difícil pedalear solo, y tus piernas no parecen muy fuertes- empezamos a pedalear juntos-. Bueno, continuemos la conversación de ayer.
-Ya no recuerdo de qué hablábamos... - dijo visiblemente nerviosa.
-Dijiste que a Sam le gustaba un chico que no es Austin - le recordé.

-¿Cuándo dije yo eso? - hacía el loco.
-¿Quién es ese chico?
-¡Déjate de tonterías y pedalea!
-Seguro que es del tipo "chico malo". Por suerte conozco muy bien a las mujeres, y las chicas como Sam tienden a fijarse en chicos que dependan de ellas y se aprovechen un rato.
-¡No tiene nada que ver! ¡Ese chico podría ser su alma gemela!
Se llevó la mano a la boca, se le había escapado otro jugoso detalle.
-¿Alma gemela? - bufé-. Las tías no tenéis remedio, ¿de verdad te crees esa fantasmada?
-Pues sí.
-Y tú, ¿has encontrado tu media naranja? - dije a modo de burla.
-Aún no, pero la estoy buscando- me miró de reojo-. Los playboys como tú no entendéis nada de esto... pero si tuviera delante a mi alma gemela y la dejase escapar me arrepentiría toda la vida.
Me quedé en silencio medio pensativo. Si ella supiera...
-¡No te quedes quieto y sigue pedaleando!
Sonreí e obedecí sus órdenes.

Austin:
Increíble, ver las islas desde el aire era completamente increíble. Y si lo era para mí que ya estaba acostumbrado, ¿cómo sería para Sam?
Y parecía que le gustaba. El piloto seguía dirigiendo el helicóptero del Grupo Mcklaine mientras nosotros dos mirábamos por las ventanillas.
-Mira hacia abajo - le indiqué a Sam
-Guau, es un corazón - señaló la isla con forma de corazón que se miraba en esos momentos.
-Siempre me dije a mí mismo que cuando encontrara alguien que me gustara de verdad le enseñaría el corazón - me miró sin expresión alguna-. ¿Lo has visto? Es... mi corazón.
Esbozó una sonrisa y volvió a mirar por la ventanilla.



Parte 5
Samantha:
Anocheció de vuelta, y Austin nos acompañó a Selena y a mí junto con el resto para cenar.
Eric, Leo y las francesas nos esperaban en una terraza al aire libre con mala cara y leyendo una revista.
Nos sentamos.
-Jack está en un aprieto – Eric le entregó la revista a Austin.
Me arrimé a Austin para ver que ponía. Tragué saliva. Mckensie y un apuesto chico ocupaban las páginas.
-Al parecer es un famoso político en Francia- explicó Eric-. Firme candidato para ganar las próximas elecciones. Y Jack estaba enterado de esto cuando volvió de París.
-No lo he visto en toda la tarde, pero sus maletas siguen en la habitación – continuó Leo-. ¿Qué vamos a hacer?
-Jack estará bien – Austin cerró la revista-. Lo conozco de maravilla.
Selena me tocó el hombro indicándome que la siguiera. Nos alejamos un poco de ellos.
-Ahora ya sabemos porqué tu príncipe regresó tan pronto.
-Selena, ¿qué voy a hacer? – lancé un suspiro hastiado-. Jack debe de esta cabreadísimo conmigo… Lo que dije se ha hecho realidad.
-Sam, si no te encuentras bien… vete a tu habitación tranquila. Yo te cubro.
Al llegar a mi cabaña me senté en un sillón al lado de la ventana mirando hacia el mar.
Entonces recordé todo lo que le había dicho:
“-Esto es sólo mi imaginación pero ojala se case con alguien de la realeza o algún presidente, sería cómo una princesa que puede contribuir a la paz mundial o algo así.
-Solo es una modelo- dijo serio.
-¿Y? El presidente de Francia está casado con una modelo. ¿Quién sabe? Puede que algún día un presidente se enamore de ella y le pida matrimonio. Existen muchas posibilidades de que ocurra. ¿No crees?”
Y si que existían, me sentía de cierto modo culpable. Y gafe.
Pasé la vista por toda la habitación y de repente me encontré con Austin, que estaba mirándome de brazos cruzados.
-¡Tú! ¿Cómo has entrado?
-¿Ya no recuerdas de quién es esta Isla? – dijo mostrándome unas llaves-. Selena dijo que te encontrabas mal y he venido a visitarte.
-Ya… me encuentro mejor.
Se acercó a mí y se puso de cuclillas en el suelo, para estar a mi altura.
-¿Mi corazón? – me miró fijamente a los ojos-. ¿Ya lo has aceptado?
Me quedé sin palabras. Acercó sus labios lentamente a los míos. ¿Pero yo que sentía en realidad? Sin respuesta.
Giré mi cara. Apartó la suya y se levantó. Apoyó su mano en mi hombro:
-Espero que no tardes mucho en aceptarlo.
Y salió de mi habitación.
¿Y ahora?
Salí en busca de Jack.

Jack:
Pensativo mirado hacia el mar y sentado en la fina arena de la playa. Una persona se acercó corriendo, Sam. En cuánto llegó rompió a llorar.
-Solo es un rumor, ¿verdad? Un chisme, ¿a que sí? Lo siento, yo no…
-Parece que la entiendes mejor que yo – dije mirando al frente-. Él es más compatible con Mackensie, yo nunca podría compararme con él.
-¡No! – negó con la cabeza mientras las lágrimas seguían resbalando por su rostro-. Eso no es así, no puede ser así.
Me daba pena, el que tenía que estar llorando debería ser yo, no ella.
Me levanté de la arena y la abracé intentando calmarla.
-Por favor, sé feliz. Prométeme que serás feliz – dijo con la voz entrecortada.
Tragué saliva, jamás pensé que le podría afectar tanto. Nos separamos.
-Si sufres… yo también sufriré.
-¿Por qué no me enamoré de una chica como tú? – dije casi en un susurro.

Me acerqué lentamente a ella y la besé suavemente en los labios. Mackensie siempre decía que tenía que actuar según mis sentimientos, y en esos momentos era lo que sentía.

Austin:
Apreté los puños con fuerza, a la vez que me sentía roto por dentro. Como un vaso de cristal que estaba hecho añicos y las astillas se clavaban en mi piel.
Jack soltó con cuidado a Sam.
Me miraron, Sam con una mezcla de miedo y culpabilidad. Y Jack con cara de póker.
-Así que… ¿es esto? – conseguí decir.
Me acerqué a paso rápido a ello dos y le solté un puñetazo en plena cara a Jack. Sam agarró mis brazos.
-¡Austin,  no te pongas así! – exclamó llorando-. Esto es…
-¿Qué es? – me safé de sus manos-. ¿Tampoco sabías nada?  ¿Es otra trampa? Quería creerte, no malinterpretar lo que acabo de ver con mis propios ojos, pero me es imposible.
-Lo siento… - dijo en un susurro ahogado.
-Fui sincero contigo, te entregué mi corazón, ¿y así me lo pagas?
-No es lo que parece- volvió a repetir-. No lo es.
La pulsera me quemaba en la mano, así que la lancé con fuerza contra el suelo. Sam se quedó mirándola perpleja.
-La tenías tú… - susurró.
-Esto se acaba aquí. Samantha, no vuelvas a hablarme.
Les dí la espalda para volver a mi habitación, pero Jack gritó a mis espaldas:
-¡Austin!
Lo miré con rabia.
-¡Cállate la boca! Como digas una sola palabra más, te juro que te mataré con mis propias manos- le amenacé.

Leo:
Colgué mi teléfono móvil. Eric habló mientras untaba una tostada para desayunar. Sam estaba inexpresiva, y su amiga lo mismo.
-¿Y? ¿Se ha ido de verdad? – preguntó Eric.
-Sí, al parecer ha cogido el avión muy temprano.
-Joder, que tío- Eric mojó la tostada en el café-. A saber que le pasó esta vez.
-Samantha Gilbert – dije mirándola-. ¿De verdad que no sabes que le pasó a Austin?

Miró hacia el plato y negó con la cabeza. Se levantó.
-¡Sam, espérame! – Selena también se levantó y la siguió.
Entonces apareció Jack. Ambos se miraron entre sí y cada uno continuó su camino.
Había algo raro, ellos dos ni se hablaban y Austin había escapado de la isla.

Parte 6
Samantha:
Al fin todo volvía de cierto modo a la normalidad. Quería olvidar todo lo ocurrido de vuelta a casa, pero solo el hecho de tener que ver al F4 en la escuela me ponía los pelos de punta. Me senté en el sofá de casa para ver la tranquila la televisión, pero el resto de mi familia se sentó a mi lado. Y es que no pararían hasta que les contara algo sobre las vacaciones.
-Tu primer viaje al extranjero – empezó mamá como quien no quiere cuento-. ¡Y en jet privado! ¡Qué suerte!
-Hija mía, tras verte lograr eso ya puedo morir en paz.
-Cariño, esto es solo el principio. Cuando Sam forme parte de esa familia, ¡nos tocará algo!
-Hermanita, ¿es cierto que esa Isla es de la familia de Austin?
-Sí… - dije sin ganas.
-Cielos, ¿cómo puede tener el Grupo Mcklaine tantas cosas? – siguió mamá.
-Ese chico es como un rey – dijo papá encantado.
-¿Un rey? Entonces cuando Sam se case con él, yo seré… ¡la madre de la reina!
Puse los ojos en blanco.
-¿Y yo? ¿Yo que soy? – preguntó Frankie impaciente.
-Tú serás el hermano de la reina que siempre está en problemas – le explicó papá.
-Eso nunca pasará – mumuré-. Esa familia y yo… Quiero decir que Austin y yo no saldremos nunca. ¡Bajad de las nubes, por favor!
Me levanté del sofá y me encerré en mi habitación dando un fuerte portazo.
Me senté en la silla de mi escritorio y abrí el cajón. Allí seguían donde lo había guardado, las gafas de bucear  y la pulsera… ambos regalos de Austin.
Recordé las palabras de Selena cuando dejamos la isla para volver a casa:
-¿Y esa pulsera? – dije señalando su muñeca. Tenía una pulsera exacta a la que Austin me había dado.
-¿Te gusta? Me la compré en el mercadillo. Dicen que se la tienes que entregar a la persona con la quieras compartir el resto de tu vida.
Sonreí forzadamente. Así que eso era…
Había hecho tantas cosas por mí, desde salvarme el pellejo delante de su madre, esperarme bajo la nieve, tomarme en brazos cuando estaba herida y enseñarme su corazón.

Parte 7
Samantha:
Tenía miedo de cruzarme con Austin por los pasillos de la escuela. Miedo de que me ignorara completamente.
Metí las manos en los bolsillos de la chaqueta del uniforme y caminé hasta la azotea.
-Siéntate - me indicó la voz de Jack.
Pegué mi espalda contra la pared y me escurrí hasta quedar sentada en el suelo, al lado de Jack. Pero no era capaz de mirarlo a la cara.

-No me mires así, también estás metida en un buen lío - Jack lanzó una risa ahogada-. De todas formas tú siempre estás igual.
-Perdona por lo que pasó en la isla - lo miré.
-¿De qué te disculpas?
-Si... no hubiese ido a buscarte.
-A eso me refería, soy yo el que debería disculparse.
-Pero fui yo la que le hizo daño a Austin.
Jack no respondió. Cogió una tiza amarilla que estaba tirada en el suelo y dibujo en la pared un muñeco algo deforme, con cara enfada y los pelos electrocutados.
-Ahora mismo Austin debe de tener esta cara, ¿no?
-No- le cogí la tiza y me acerqué al dibujo-. Más cabreado - deslicé la tiza por la pared poniendo al muñeco una cara aún más enfadada-, y su pelo más rizado.
Me quedé quieta mirando el dibujo. Austin tendría esa cara y... por mi culpa.
Mis ojos se humedecieron, pero conseguí retener mis lágrimas.
-Lo siento - susurré.
Jack tomó mi mano y me quitó la tiza.
-Tranquila, no pasa nada.
La mañana transcurrió tranquila, sin volver a ver a ninguno del F4.
Llegó la hora de la comida y me senté en una de las mesas del comedor. Engullía la comida preparada por mi madre cuando sonó la campanilla del comedor.
Todos se levantaron y corrieron hacia la parte baja de las escaleras. Arriba estaban Austin, Eric y Leo. Como costumbre sin el uniforme, pero Austin con una expresión de dolor en su rostro.
-En nombre del F4, tengo algo que anunciar - dijo Austin para todos los presentes-. Jack Alexander ya no forma parte del F4.
-¿Qué? - exclamó Eric sorprendido.
-¡Austin! - dijo Leo, también asombrado.
-Y en una semana Jack Alexander y Samantha Gilbert serán expulsados de este colegio.
Todos los alumnos se miraron entre sí desconcertados. Austin se fue. Eric y Leo me miraron, ellos tampoco sabían a qué venía aquella inmediata expulsión, pero corrieron tras Austin.
El resto volvió a sus lugares cuchicheando y señalándome.
-¿Expulsados? - repetí para mí, intentado procesar aquellas palabras.
-Pues sí, expulsada - dijo Miranda, estaba acompañada por las otras dos-. ¡Fuera del colegio!

-Nadie notará que te hayas ido - Ginger me miró con asco-. ¡Pero por tu culpa han largado a Jack del F4! ¿Cómo te vas a hacer responsable de eso?
-Desde que entraste solo has traído problemas - Sunny hacía rulos con su dedo-. Era la primera vez que Austin y Jack miraban a una pobre rata como tú, y les diste pena. Esto pasa porque fueron demasiado amables.
-El F4 se separa por culpa de una ignorante, ¡hazte responsable! - me gritó Ginger.
-Yo lo haré.
Las tres se giraron y se encontraron a Jack también sin uniforme pero mirándolas con rabia.
-¿Cómo lo haré? - se preguntó a sí mismo.
-Jack... - Ginger tragó saliva.
-Espabila, por favor - le rogó Sunny.
-¿No sois vosotras las que deberíais espabilar? - miraron al suelo, Jack bufó-. ¿Ignorante? ¡Sois vosotras las ignorantes!
-Jack... si te comportas así no podemos estar de tu parte- le reprochó Miranda.
-¿Os lo ha pedido alguien?
-Te arrepentirás, en serio - dijo Ginger finjiendo llorar.
Las tres se alejaron. Jack apoyó las manos sobre la mesa y me sonrió.
-Sam, no es momento para desanimarse.

Jack:
Subí a la azotea seguido de Sam. Nos apoyamos contra la pared.
-Ahora sí que estamos en un buen lío.
-No me importa si me expulsan o dejo la escuela. Pero tú no. Aunque sea Austin, no puede hacerlo, ¿verdad?
-Sí puede - respondí-. Austin tiene el respaldo del Grupo Mcklaine. ¿Y has olvidado de quién es este lugar?
Sam suspiró y miró al frente desilusionada. Le toqué la mejilla.
-No pongas esa cara. No voy a quedarme de brazos cruzados.
-¿Tienes algo en mente? - me preguntó con algo de esperanza en su voz.
-Algo se me ocurrirá. Ahora tengo una razón por la que luchar.
-Es cierto, no se puede tolerar que te expulsen del F4.
-Pues sí que eres tonta.
-¿Eh?
-Eso es lo que menos me importa.

Eric:
Esperé a que se hiciera noche en la ciudad de Nueva York para ir a casa de Jack.
Todavía era mi amigo, así que pasé con total libertad.
Caminé hasta el salón, donde se escuchaba a Jack tocar el violín. Me apoyé en el marco de la puerta.
Jack dejó de tocar.
-Dispara - dijo secamente.
-No importa lo que hiciste, puedo entenderlo. Sinceramente, muchas veces no soporto a Austin. Jamás pensé en decirte esto.
-No pareces tú.
-¿Por qué lo hiciste?
-Hice lo que sentía.
-A Austin le gustaba Sam - le recordé.
-Y lo sabía.
-¡Jack! - exclamé-. Aunque te tiraras a mi hermana y la dejaras tirada a los tres días, no estaría tan cabreado.
-No tienes ninguna hermana- me respondió Jack desafiantes.
-No bromeo. No puedo tolerar que le levantes la chica a un amigo.
-Lo siento por Austin pero...
-¿Pero qué? - le espeté.
-No dejaré que expulse a Sam del colegio.
-¿Y? ¿Qué piensas hacer?
-Todavía no lo sé.
-No hay vuelta atrás. Esta vez no habrá nadie a tu lado, no decepciones.

Leo:
Austin golpeó la bola de billar con el taco. Miré toda la sala de videojuegos, el lugar de reunión del F4 en la mansión de Austin...
Eric y yo habíamos acordado en hablar con cada uno de los afectados, y a mí me tocó Austin. Y con lo testarudo que era, me resultaba muy difícil hacerlo entrar en razón:
-Entiendo como te sientes pero, Austin, expulsarlos del colegio es demasiado.

-¿Demasiado? Eso será cuando los mate.
Dejó el taco sobre la mesa de billar y cambió a la diana. Lanzó el primer dardo con fuerza.
-Jack no estaba en sus cabales - continué intentando convencerlo de que dejara a Sam y Jack traquilos-. Sabes lo que significa Mackensie para él, incluso la siguió a París. Y de repente se entera de que va a casarse con otro. Basta para volverse loco.
-Exacto, ese tío ni siquiera es sincero con Sam. Es por Mackensie por lo que utiliza a Sam. Por eso no puedo perdonarle, ¿lo entiendes?
Se sentó en su sillón y tomó el mando de la Play.
-Austin, tío...
Se mordió el labio y soltó el mando sobre la mesa de cristal, haciendo gran ruído.
-No vuelvas a acercarte a ese imbécil - se levantó y me miró fijamente-. Como digas algo, también te quedas fuera.

*¡¡Feliz año nuevo!! (Y a mí que me devuelvan mi Pc, pero ya es otra historia xD)

viernes, 24 de diciembre de 2010

Capítulo 6: Casi el Paraíso (Maratón Parte 1-2-3)

Canción: Almost Paradise - TMax (Drama OST)


Parte 1
Samantha:
-¿Qué estás haciendo? – le pregunté, intentando que parara de desabrocharse la camisa-. No te quites la ropa…
¿Qué narices pretendía? Ni idea, pero cada vez me estaba poniendo mas nerviosa.
Austin tiró su camisa al suelo. No quería seguir viéndolo, así que me puse la mano delante de los ojos.
-¡Como te desnudes te la cargas! – le grité-. Oye, no estoy de broma, ¡como te quites los pantalones eres hombre muerto!
Bajé un poco mi mano para poder comprobar si ya había parado con su strip-tease, pero aún seguía y llevándome la contraria se quedó un bañador. Me tapé los ojos de vuelta.
-¡Te la estás ganando!
-Boba…
Lo volví a mirar y Austin corría hacia la orilla riendo. Me levanté de la mesa y me acerqué corriendo a él:
-¡¿Quieres morir?! ¡Me has asustado!
Se rió una vez más en mi cara. ¿Quería guerra? Pues eso tendría. Lo miré seriamente:
-Austin, no… no te muevas… quédate quieto.
-¿Qué pasa?
-No te muevas, estate quieto…
-¿Por qué? ¿Qué pasa?
-Tienes… - hice una pausa para dar mas drama-. Una… serpiente en los pies…
-¿Qué? – dijo con la voz temblando.
-En tus pies – señalé al suelo-. Una serpiente. En tus pies.
-¡¡Aaaah!! – gritó mientras empezaba a correr como un loco-. ¡¡Odio las serpientes a muerte!!
Aplaudí con euforia y Austin paró de correr, me miró con odio.
-¡Eres rápido, Austin! ¡Sigue corriendo! – me reí con ganas-. ¡Lo haces de maravilla!
-¡Ash! – Austin dio una patada en la arena y me miro con fastidio-. Maldita enana… ¡casi me da un infarto!

Selena:
Me senté en una tumbona al lado de Austin, que dormía plácidamente. Eché un poco de crema solar en mis manos y la apliqué como pude en mi espalda. Eric, dejó a Leo y a sus dos amigas francesas y se sentó en mi tumbona.
-¿Quieres que te ayude? – dijo con su sonrisa.
-Olvídalo…
Se levantó de la tumbona como si nada hubiera pasado y se acercó de vuelta a Leo y las dos francesas. Leo le echaba crema en la espalda a una de ellas:
-Mi bebé tiene piel de bebé – dijo Leo, a lo que la chica le sonrió.
Hice ascos a la escena, que chica tan estúpida…
Me levanté de la tumbona y me acerqué a la orilla. Sam tardaba demasiado en salir del agua y no podía ni verla:
-¡Sam! ¡Deja de nadar y sal un rato! – grité-. ¡Sam!
-¿Qué ocurre? – Austin apareció a mi lado muy preocupado.
-¡Sam! ¡Le pasa algo, tarda mucho en salir! – contesté histérica.
Austin intentó lanzarse al agua para ir a buscarla pero se quedó paralizado. Jack apareció de la nada y se lanzó al agua.
Austin dio unos pasos hacia delante pero volvió a quedarse paralizado de vuelta, ¿qué le pasaba?

A lo lejos Jack había llegado a junto de Sam, y la traía de vuelta agarrandola con sus brazos. En cuanto el agua cubría poco la tomó en brazos. Todos se acercaron corriendo y Jack la tumbó en una de las tumbonas.
-¡Sam! ¡Despierta! – le rogé agitándola.
Sam abrió lentamente los ojos y tosió, escupiendo agua salada. Todos suspiraron aliviados.

Samantha:
Eric y Leo me ayudaron a incorporarme con cuidado sobre la tumbona y Jack cubrió mis hombros con una toalla. Selena se sentó a mi lado y me abrazó. Levanté la vista y Austin se alejaba con la cabeza agachada.
-Austin… - dijo Selena mirando a los chicos-. Él se paralizó nada más tocar el agua…
-No sabe nadar… - le respondí, también miré a los chicos-. ¿Por qué alguien como Austin no sabe nadar?
-Le secuestraron cuando tenía ocho años – nos dijo Leo-. Le dejaron al cuidado de un empleado, era su guardaespaldas y su chófer.
-¿Estás diciendo que ese hombre lo secuestró?
-La policía los rodeó, y él se lanzó al agua con el coche – continuó Eric-, lo peor, Austin estaba dentro de ese coche. Si está vivo… se debe a un gran milagro.

Parte 2
-Presidenta, ¿me llamaba? – preguntó Robert nada más entrar en el despacho de su jefa.
-¿Dónde está mi hijo? ¿A dónde se ha ido Austin? – pregunto Noah Mcklaine sin dar rodeos.
-Según el informe de despegue del jet privado ha ido a Nueva Caledonia a pasar el fin de semana.
-De acuerdo – contestó la mujer dejando escapar un suspiro-. Un momento, ¿ha ido solo?
-No, está con sus amigos del F4.
-El F4 otra vez… ¿cuándo dejará de liderar esa chiquillada? – miró a Robert-. Ya puedes retirarte.
Robert hizo una reverencia y salió del gran despacho.

Samantha:
Se había hecho de noche en aquel paraíso. Caminaba al lado de Selena detrás de Eric, Leo y Jack. Ellos dijeron que Austin nos esperaba en un sitio para cenar. Y no era mentira.
Él nos esperaba de pie al lado de una mesa circular llena de comida. Nos sonrió nada más vernos.
-¿Qué es todo esto? – preguntó Leo con una sonrisilla.
-Lo he preparado especialmente para vosotros- Austin se acercó a mí.
-Pues no lo parece – replicó Eric antes de sentarse-. Mas bien parece que lo has preparado para alguien en especial.
-¿Qué importa eso? ¡Disfrutemos de la cena!
Todos se fueron sentando, yo lo iba a hacer al lado de Jack, pero Austin me agarró de la muñeca y me llevó a una mesa a parte, también llena de comida. Me obligó a sentarme y me soltó.
-Au, duele… - me quejé, frotando la muñeca que Austin había agarrado.
-Cómetelo todo.
Miré la mesa, ¿todo? ¿Yo sola?
-¿Crees que soy Godzilla?

-Es bueno para la salud, así que come – me sirvió comida en un plato y lo colocó delante de mí-. No me extraña que tengas calambres si comes esos gusanos raros cada día.
-¿Gusanos raros? – pregunté extrañada.
-De todas formas, ¿tiene sentido que un nadador casi se ahogue?- me regañó.
-Un calambre puede darle a cualquiera – me quejé.
-Sea un calamar o una ballena, no soporto ver débiles a los que me rodean. Así que no hables tanto y come, ¿de acuerdo? – tomó un vaso de zumo de la mesa y se alejó a dónde estaban Eric y Leo.
-Calambre no calamar… - susurré por lo bajinis.
Miré hacia Jack, él no estaba comiendo nada y tenía la vista perdida. Se levantó de la mesa y se fue, dejando su sitio y plato vacíos.

Jack:
Me apoyé en la barandilla de metal mirando hacia el mar azul, aunque era de noche y no se podía distinguir su color.
El aire fresco de la noche golpeaba suavemente mi cara, y llenando mis pulmones de oxígeno. Era extraño, volver a Nueva Caledonia, volver sin Mackensie, pero con dos nuevas personas…
Sentí una persona acercarse. La miré. La niña que vendía flores. Me agaché poniéndome a su altura y me abrazó.
-¿Cómo estás? – le pregunté en francés, a la vez que acariciaba su mejilla.
-¿Tu novia no está contigo? – me preguntó inocentemente.
Negué con la cabeza. Me entregó unas flores blancas que traía en su mano.
-Son para tu novia – sonreí y le acaricié el pelo. Salió corriendo.
Me erguí de vuelta mirando las flores, parecían tan delicadas.
Entonces la miré, Sam se alejaba lentamente. Sonreí y miré las flores, debía dárselas a una chica…

Eric:
Sam había desaparecido, y como consecuencia había dejado a su amiga sola. Todos bailaban y se divertían, pero Selena a causa de su soledad se atiborraba de postres. Me acerqué a ella:
-¿Vas a acabártelo todo? A Austin no le gustan las chicas gordas.
-¿Qué?
-Pero el pijama que me compré a lo mejor te sirve – me miró asustada, sonreí-. Aunque Austin solo tiene ojos para Sam, nunca menosprecies su forma de ser.

-¿De qué me estás hablando?
-Un hombre que ha sido rechazado es muy vulnerable- me crucé de brazos-. Creo que merece la pena intentarlo.
-¿Pero se puede saber de qué estás hablando? – volvió a repetir.
-A ti… ¿no te gusta Austin?
-Que ridiculez es esa… - bufó-. Perdona, pero tengo mi tipo de hombre y Austin… no está entre ello.
-Pero reaccionaste de una forma extraña cuando dije que podía pasar algo entre Austin y Sam. ¿Por qué estabas tan susceptible?
-Em… pues…
-Oye, no me digas que te gusta Sam.
-¡No! – exclamó-. ¡Ella es mi mejor amiga! ¿Estás loco? ¡Es solo que a Sam le gusta otra persona que no es Austin! – exclamó.
Abrí los ojos como platos, ¿Qué Sam…? ¿Qué?
Selena se llevó la mano a la boca, señal de que se le había escapado algo que no debería haber dicho nunca.
-¡Eric, ven a bailar con nosotros! – me llamó Leo desde la otra punta, estaba acompañado por la francesas.
-Tú y yo continuaremos esta conversación luego… - dije antes de volver con Leo.
Sam volvió a aprecer de entre los matorrales y se acercó a Selena.
Empezaba la noche de verdad, bailes, risas, música… Pura diversión.
Austin sacó su teléfono móvil:
-¡Hora del show! – exclamó señalando al cielo.
Y en la oscuridad de la noche, fuegos artificiales decoraron el cielo. Mil formas y colores. Las chicas estaban completamente maravilladas. Me acerqué a Austin y le di unas palmadas en su espalda:
-Austin, que sepas que te admiro un montón.
Me miró sin saber de qué narices le estaba hablando. Rápidamente me ignoró y se quedó completamente embobado mirando hacia Sam.

Parte 3
Samantha:
Me dolían un montón los pies al llegar a mi cabaña. Tomé una ducha de agua fría y me puse el albornoz. Había sido una noche maravillosa. Salí del baño y lancé un grito.
Austin estaba de pie en mi habitación. Me miró de arriba abajo, lo que me hizo sentir incómoda, empezando porque era mi cabaña, porque yo estaba en albornoz y sin nada más por debajo.
-¡Pensé que te habías desmayado ahí dentro! – exclamó mirándome fastidiado-. ¿Eres como las abuelas que se cepillan el cuerpo?
-¡Tú!
Corrí hacia la puerta y miré el número de la cabaña. 148, era la mía, no me había equivocado. ¿Qué diantres hacía en mi habitación?
-¡Está pidiendo a gritos que quiere morir! ¡Y va a morir! – dije mientras cerraba otra vez la puerta.
Me acerqué a Austin enfadada:
-Ésta no es tu habitación, ¡es la mía!
-¿Quién lo ha dicho? – me retó.
-¿Entonces que haces aquí? ¿Qué quieres?
-Sabes que siempre hago las cosas con un propósito.
-¿Propósito? ¿Qué propósito? – Austin se acercó lentamente a mí, me agarró de los hombros y me sentó a los pies de la cama. Acto seguido se arrodilló ante mí.
Recordé las palabras de la adivina, “Estás perdiendo algo importante… ¡como mujer!”
¡No! ¿Austin tenía pensado…?
-Austin, ¿qué narices estás…?

Agarró mi tobillo, yo rodeé el albornoz con mis brazos, oponiendo resistencia y cerré los ojos fuertemente.
-Las baratijas te sientan realmente bien – soltó mi tobillo.
Abrí los ojos. Menos mal, solo habían sido mis imaginaciones. Austin me había colocado una tobillera, era bonita, hecha de hilos y conchas.
-¿Has venido para darme esto? – pregunté todavía temblando.
-¿Pensabas que iba a hacerte algo? – se levantó del suelo-. Si a la chica no le gusto, no la toco. Ahora duerme tranquila y cierra bien las ventanas, pueden entrar lagartijas.
Me dio la espalda y abrió la puerta para irse, pero antes de eso volvió a hablarme:
-Puede que sea una baratija, ¡pero como la pierdas te mato!
Cerró la puerta dando un gran portazo.
Me levanté de la cama y abrí las maletas una por una buscando algo para ponerme, pero solo había vestidos, faldas y más vestidos. Maldito Austin…
Al final me puse un vestido rojo y una chaqueta blanca, ya que se notaba el frío de la noche.
Salí a dar una vuelta por ahí. Caminé hasta la playa. Había una persona sentada en la arena. Me acerqué a él, si él porque era Jack.

Jack:
Sam se sentó a mi lado sobre la blanca arena. Tomé las flores blancas que estaban a mi lado y las miré fijamente:
-¿Sabes que significa el lirio del valle? – pregunté-. Que serás feliz.
-Es un regalo que se hacen mutuamente las parejas.
-¿Lo sabes?
-Sí – sonrió dulcemente-, me lo dijo una niña que vendía flores como ésa.
-Solía venir aquí con esa persona, decía que esto le recordaba a Nueva Zelanda y que le gustaba mucho.
-¿Ella… está bien?
-No sé. Debería.
-Jack, ¿ocurrió algo con Mackensie en París?
-¿Por qué me pediste que fuera tras ella? – miré hacia Sam fijamente, se encogió de hombros sin poder contestar mi pregunta-. Finalmente me he dado cuenta de lo patético que soy, no hacía nada más que esperarla en ese apartamento vacío todo el día.
-Pero el hecho de pasar tiempo juntos ya es algo de agradecer.
-¿Sabes lo que se siente al ser una carga para la persona que amas? Llamaste patéticos a todo aquel que no sabe hacer nada por sí solo.
-Eso fue… - me cortó.
-Tienes razón. Estoy acostumbrado a no hacer otra cosa que amar a una mujer, si que soy patético- le tendí las flores-. Toma, son tuyas.
- No las quiero, debes dárselas a Mackensie, no a mí.
Dejé las flores de vuelta sobre la arena.
-Yo me voy – dijo Sam-. No te quedes mucho tiempo aquí fuera o pillarás un buen resfriado.
Apoyó las palmas de las manos sobre la arena para levantarse. Pero la abracé fuertemente.

-Hace frío – susurré en su oído-. Tanto que ya no lo siento.
La solté lentamente y miré en sus ojos. Se despidió y se fue lo más rápido posible. Miré la arena, una pulsera estaba allí tirada, era de hilos y conchas, las coloqué en mi muñeca. Seguramente sería suya, y la había dejado atrás sin darse cuenta.

Austin:
Las 4 am, y la cabaña de Sam estaba completamente vacía, ¿a dónde había ido a estas horas? No lo sabía y me tenía muy preocupado. Me quedé fuera de la cabaña esperándola.
Se escucharon pasos de alguien que se acercaba corriendo, y ese alguien era nada más y nada menos que Sam.
-¡Deberías avisarme si vas a salir! ¿Sabes lo preocupado que estaba? – le grité visiblemente nervioso.
-¿Soy una niña? ¡Ya soy mayorcita para ir a donde quiera! ¿Qué pasa?
-¿Qué pasa? – repetí molesto-. ¡Tenía miedo de que cayeras en la piscina, te mordiera una serpiente o algo parecido! ¿Cómo no voy a preocuparme?
-Austin… - agachó la cabeza-. Lo siento…
-Escúchame, a partir de ahora no vuelvas a nadar sola. Ni tampoco vuelvas a salir a pasear sola, ¿queda claro? Ahora entra en la cabaña y a dormir.


*¡¡Feliz Navidaaad!! ^^  Siento haber tardado tanto, pero ya se sabe, exámenes ¬¬ Espero poder colgar pronto la segunda parte del maratón, no prometo nada... estamos en épocas de cenas familiares, reuniones... pero haber, habrá :) ¡¡Que Papá Noel os traiga muchas cosas!!

lunes, 1 de noviembre de 2010

Capítulo 5: Sin Palabras... (Parte 8- Final)


Eric:
-¡Guau, es impresionante! – exclamó Selena al ver las vistas de la isla.
Se colocó de espaldas al paisaje intentando con su móvil sacarse una foto así misma. Bufé y miré para otro lado. Me tendió su móvil:
-Eh, hazme una foto.
-Ya has hecho todo lo de típica turista – agarré su teléfono y le saqué una foto-. ¿Contenta? Vámonos.
-¡Espera un segundo! – gritó, lancé un suspiro hastiado.
-Ya has observado las vistas y has sacado una foto, ¿no tienes bastante?
 -Pues no. Quiero mirar desde el mirador que hay en lo alto.
-¿Tenemos que subir? – me quejé a la vez que observaba la gran cuesta.
Selena no me hizo caso y echó a correr.
-¡Eh! ¡Es la novena vez que estoy aquí, pero eres la primera en subir! – exclamé, pero no me hizo ni el más mínimo caso.
¿Por qué me tocaba hacer de niñera como un paleto? Seguro que si me hubiera negado, Austin le habría escurrido el bulto a Jack, o en el peor de los casos a Leo.
Es por la porcelana blanca, sólo por la porcelana blanca…
Metí las manos en los bolsillos y me quedé quieto observando el paisaje mientras esperaba a que bajara de vuelta. Entonces escuché un grito. ¿Y si le había pasado algo malo? Sam me mataría y Austin no me daría mi recompensa. Corrí cuesta arriba y al llegar al mirador la busqué preocupado por todas partes. Sentí unas palmadas en mi espalda y me dí la vuelta, suspiré. Selena me miraba sonriente y en perfectas condiciones.
-¿No te alegras de haber subido?
-Tú… - respondí todavía fatigado.
-Es tu castigo por mentirme sobre Sam y arrastrarnos hasta aquí.
-No es del todo mentira – dije, me miró extrañada-, que Sam esté cerca de Austin significa peligro, aunque al fin y al cabo, acabará ocurriendo algo entre ellos dos.
-¡No! – se llevó las manos a la cabeza-. ¡Austin no puede…! Cielos, el sueño era verdad…
-¿En qué estás pensado? – dije riéndome.
-¿Quién te dijo que estaba pensando en algo? Bajemos.
Me giró la cara y echó a caminar de vuelta. La seguí.

Samantha:
Mar azul, cielo completamente despejado, arena blanca, un gran Sol en el cielo y Austin. Era lo único que me rodeaba. Él caminaba tranquilo por la orilla de aquella playa, y yo le seguía.
-¿Por qué no hay ni un alma? – dije mirando para todos lados-. ¿Es una isla desierta?
-¿No estamos nosotros dos? Pues ya no es desierta.
-Oye, ¿qué te has propuesto arrastrándome hasta aquí?
-¿Propósito? – rió-. Ninguno. Sólo intención.
-¡Austin! – grité, Austin se paró y me miró fijamente-. Te lo advierto, si usas este viaje para aprovecharte de mí, ya puedes ir olvidándote.
-¿Aprovecharme? – bufó-. No puedes controlar los sentimientos de la gente. Además, eres tu la que siempre sospecha de todo. ¿Y tú tienes buenas intenciones? Ahora cállate y sígueme.
Seguimos caminando por la blanca arena hasta llegar a una mesa decorada con flores y comida y dos sillas. Lo miré con la boca abierta, Austin sonrió ampliamente y me invitó a sentarme.
 -¿Cómo has hecho esto? – pregunté mientras me sentaba.
-¿No te lo dije? Si estás conmigo, puedo mostrarte cosas que no podrías ni imaginar. Sam, te crees capaz de todo, ¿pero puedes conseguir pequeñeces como ésta?
-¿Una pequeñez? – se sentó en su silla-. Esto parece magia, ¿eres el genio?
-¿Genio? – preguntó entre sorprendido y enfadado-. ¿Quién es ese gilipollas? ¿Es más guapo que yo?
-No, me refiero al genio de la lámpara de Aladino, bobo. Te cumple cualquier deseo.
-Ah, me preguntaba de quien hablabas. Pero… ¿ese tipo puede hacer cualquier cosa?
-No, hay cosas que no puede hacer. Como matar y resucitar gente, o… hacer que alguien se enamore de otra persona. Ese tipo de cosas.
-¿Cómo un genio no puede hacerlo todo realidad? Ese idiota es peor que yo- levantó la cabeza orgulloso, me reí-. Yo sí puedo hacerlo, matar o salvar a alguien. Si me lo propongo puedo hacerlo, en menos que canta un gallo.
-Claro, tú sí puedes.
-Oh, se me olvidaba – metió la mano en su bolsillo y sacó un teléfono móvil, lo puso delante de su cara-. Hola, soy Austin Jake Mcklaine. Estamos en Nueva Caledonia. La mala hierba… no, Samantha, está conmigo. Os la paso.
Me tendió el teléfono y lo cogí con cuidado, en la pantalla estaban mis padres y Frankie, sonreí:
-¡Mamá!
-¡Sam! Cariño, ¿estás bien? – papá y Frankie saludaban-. ¿Estás bien verdad?
-Papá, estoy bien.
-¡Hermanita! ¿Es bonito por allí? – Frankie se apoderó de la pantalla.
-Lo siento, siento que no podáis estar aquí.
-¡No, no pasa nada! – exclamó papá-. ¡Pásatelo bien!
-Ey, pórtate bien con el señorito, su secretario nos trajo esta cámara para poder hablar contigo – me advirtió mamá-. Cariño, el orgullo de nuestra familia está en tus manos.
Y la comunicación se cortó. Miré al suelo con tristeza, yo podía disfrutar de todo aquello y mi familia… no.
Le devolví el teléfono a Austin.
-¿He… vuelto a meter la pata? – preguntó preocupado-. Yo sólo…
-No, Austin. Gracias.
-¿Entonces a qué viene esa cara tan triste?
-Porque todo esto es precioso – sonreí-. Y no sé si mis padres podrán venir nunca a un sitio así. Si mi familia pudiera ver esto seguro que estarían muy felices.
-Pues vendremos juntos. En otra ocasión, con tu familia. Ahora toma el teléfono, es tuyo.
-¿Mi… mío?
-Sí, tuyo. Dijiste que no tenías, es tuyo. Y trátalo bien, es único en USA, sólo el F4 tenemos este modelo – se levantó de la mesa-. Bueno, después de este momento tan emotivo, vamos al lío.
-¿Lío?
Empezó a desabotonarse la camisa. Me puse nerviosa, ¿Qué hacer? ¿Gritar? ¿Escapar?
El sueño… se estaba haciendo realidad lo que aquella mujer me había dicho en sueños…


Adelantos Capítulo 6: Casi el paraíso.
Sam: ¡Oh, parece un corazón!
Austin: Siempre me dije que el día que encontrara a alguien que me gustara de verdad, la traería aquí. Es mi corazón, ¿te gusta?

Selena: Se quedó paralizado, ¿qué le pasa?
Leo: Tiene un trauma con el agua, cuando era pequeño lo secuestraron. La policía rodeó al secuestrador y éste se lanzó con el coche al agua.
Selena: ¿Quieres decir que...?
Eric: Austin iba dentro del coche.

Austin: ¿Qué es eso? No te pega.
Jack: Es de Sam, se le calló anoche. Devuélvesela.

Eric: Estamos en un aprieto, lee esto.
Austin: ¿Qué pasa?
Leo: Mackensie, que se casa con un político francés.

Selena: ¡Es que a Sam le gusta otra persona que no es Austin!
Eric: ¿Perdona...?

Sam: No es verdad, solo son rumores, ¿a que sí?
Jack: Ojalá... ¿sabes lo que se siente al ser una carga para la persona que amas? Soy patético.
Sam: No es cierto...
Jack: ¿Por qué no me enamoré de una chica como tú?

Leo: Oh, venga tío. Ponte en su lugar, llega a Francia y se entera de que va a casarse con otro. Llega para volverse loco.

Austin: ¿Así que era esto? Samantha Gilbert, no vuelvas a hablarme.
Jack: ¡Austin!
Austin: ¡Cómo vuelvas a abrir la boca te juro que te mataré con mis propias manos!

Austin: En nombre del F4 tengo algo que anunciar, Jack Alexander y Samantha Gilbert serán expulsados del Waldcorf Secondary School.
Eric&Leo: ¿Qué?
Sam: ¿Ex... expulsados?
Ginger: Pues sí, expulsados. ¡Por tu culpa también han echado a Jack del F4!

Austin: ¿Demasiado? Eso será cuándo los mate.
Leo: Entonces...
Austin: Di algo, y tú también te quedas fuera.

*Lo prometido es deuda!! Esperamos que os guste^^

viernes, 29 de octubre de 2010

Capítulo 5: Sin Palabras... (Parte 7)


Samantha:
Austin nos compró un cóctel para Selena y para mí. El F4 nos llevó a dar un paseo tranquilo por la isla. Eric y Leo seguía acompañados de aquellas dos chicas.
-Eric compró una isla también - nos explicó Austin-, está en Dubai.
-Para ser exactos - dijo Eric-, compré una isla artificial con la forma de Nueva York.
-Pero esos idiotas la perdieron, así que tuvimos que construirla nosotros mismos - afirmó Leo.
Selena se atragantó y empezó a toser. Le dí unas palmadas en la espalda. Yo también alucinaba.
-Entonces, a excepción del F4, para los demás es la primera vez que visitan la isla- preguntó Eric-, demos una vuelta.
 Y así lo hicimos, recorriendo cada esquina de la isla. Cada vez me parecía más bonita. Entramos en tiendas de regalos. Me quedé de última al salir.
Jack, que todavía no había dicho ni mu, se acercó a una niña de unos 10 años, tenía la piel tostada por el sol y vendía flores. Jack se puso a su altura y cogió una flor blanca y algo extraña, sonrió y la volvió a dejar en su lugar. Siguió al resto del F4 y yo me acerqué a la niña, cogí la flor y la niña me habló en francés:
-Dale esa flor a la persona que ames.
-¿Qué? - pregunté, no sabía francés y como era de esperar no entendí nada.
La niña sonrió y dibujó un corazón con sus dedos.
-Sam, ¡te quedas atrás!
Selena me quitó la flor de las manos y me llevó corriendo hacia donde estaba el F4.
Una caseta algo extraña llamó nuestra atención, para nuestra suerte dos turistas salieron del interior. Nos acercamos a ellas:
-Perdón, ¿qué es esto? - preguntó Selena.
-Una nativa que se dedica a la predicción de la buena fortuna. Aseguran que es muy buena.
-¿Buena fortuna?
-¿Una pitonisa? - susurré.
Selena me llevó de la mano y entramos. El interior era tétrico y daba miedo. Nos sentamos. La pitonisa tomó mi mano.
-Veo a un hombre...
-¿Hombre? - repitió Selena.
-Tu futuro marido...
-¿Ma... marido? - dije tartamudeando.
-Marido, ha dicho marido - Selena miró a la mujer-. ¿Dónde? ¿Dónde está?
La mujer soltó mi mano y me señaló:
-Aquí, contigo - miró al techo-. Y tu alma gemela...
-¿Al... alma gemela?
-Eso es, una alma gemela que acaba siendo tu marido - Selena dió una palmada-. Genial, ¡dos pájaros de un tiro!
 -¡Dos hombres diferentes! - gritó la adivina-. ¡Dos!
-¿Dos? ¿Quiere decir que tu alma gemela y tu futuro marido son... dos hombres diferentes?
La pitonisa juntó sus manos y una lágrima resbaló por su mejilla. Daba mucho miedo.
-Estás perdiendo algo importante... Como mujer...
-¿Algo importante? - repetimos -, ¿como mujer?
¿Qué es lo más importante que podía perder una mujer? Selena y yo nos miramos entre sí.
-¡¡Aaaaah!! - gritamos.
Me desperté sobresaltada. Selena me miró preocupada. Me incorporé en la tumbona donde había estado durmiendo y me quité las gafas de sol.
-¿Qué te pasa?
Miré todo mi alrededor. Menos mal, todo había sido un sueño. Suspiré.
-Selena, he tenido un sueño.
-¿Sueño? ¿Qué clase de sueño?
-Un sueño... sueño. Íbamos a una adivina, una mujer muy rara, e íbamos a que nos dijese buenaventura. Pero esa mujer me decía que... - tragué saliva-. Estaba perdiendo algo importante como mujer.
Selena me tomó de la mano.
-Tranquila, te prometo que no te dejaré sola con ninguno del F4. No perderás eso... si no quieres.
-Tienes que venir conmigo.
Miramos hacia la puerta corredera que daba al balcón de mi cabaña. Eric estaba apoyado contra el marco y Austin se acercó a mí. Cogió mis sandalias del suelo y me tendió la mano. Puse mis brazos en cruz en mi delantera.
-¿A dónde vamos?
-Lo sabrás en cuanto lleguemos - me agarró del brazo obligándome a levantar-. Ven, vamos.
-¡Oye! - me arrastró a la puerta corredera-. ¡Selena, ayuda!
 -¡Sam!
Austin se paró y me miró extrañado.
-Porfa... - le susurró a Eric al oído, éste asintió sin ganas.
-¡Sam, ten cuidado! - me gritó Selena.
-Que no se va a la guerra... - le respondió Eric.
Austin sonrió y me sacó de la cabaña.
Yo temblaba de miedo, no estaba preparada para perder eso tan importante...
Pero, a lo mejor, Austin no pensaba lo mismo...

*¡¡Aaah!! Tenemos fin de semana largo, largo. El lunes y martes hacemos festiivoo^^ Así que subiré otra entrada sobre el domingo-lunes, estaos atentos :) Y comentad please!!