viernes, 17 de junio de 2011

Capítulo 9: ¿Lo Sabías? (Parte 6- Final)

Eric:
-Ese imbécil parece bastante débil, ¿verdad?- dije tras haber escuchado toda la historia de Selena-. Es más fuerte de lo que parece. ¿Cuánto tiempo crees que le
llevo hacerse así de fuerte?- cogí una de las tazas que había sobre la mesa de mi casa-. Es como una taza de cerámica. Lo tiraron, lo pisaron y luego lo cortaron. Tiene que resistir un calor de 1300 grados para formarse. Pero ese no es el final. Si no se convierte en tuyo aún después de toda esa adversidad… entonces tendrás que perderlo limpiamente. Así- dejé caer la taza sobre el suelo, pero no rompió-. Para fortalecerse y para encontrar lo verdaderamente tuyo hay obstáculos que debes superar- golpeé la taza con un martillo y esta vez se partió en pedazos-.Como la experiencia de hoy.
-Creo que sé de lo que estás hablando. Gracias.
-Entonces, ¿deberíamos salir? Mi día tampoco fue muy bueno. En ese tipo de casos, necesitas aliviarte para que no haya efectos secundarios. Vamos.
Salimos de mi casa y fuimos hacia un estilista, que la vestió y maquilló. Más tarde entramos en una discoteca. Selena estaba algo cortada.
-¿Quién es ese chico? Oh dios, Es Eric Wallington.
-El F4 no viene a lugares como éste, ¿qué ocurre?
-Es guapísimo en la vida real.
Hice caso omiso de los susurros y pasé entre todas aquellas mujeres agarrando a Selena de la mano. Todas la miraban con enividia. Nos paramos al lado de una pareja, Selena al ver al chico giró su cara.
-¿Es Paul?- le susurré al oído, asintió.
-¿F4? ¿Qué es eso?- preguntó Paul a su chica.
-¿No has escuchado hablar de los príncipes del F4?
-Perdóname…- dije a aquella chica.
-¿Yo?- respondió emocionada-. Si, por favor habla.
-¿Puedo tocar una canción?
-¿Tocar? Adelante por favor- me llevó hasta el escenario y me entregó un saxofón-. Puedes tocar toda la noche si lo deseas.
-Gracias- miré hacia el público y me acerqué al micrófono-. Hay alguien aquí esta noche que me ha robado el corazón. Tocaré con mi corazón para esa persona.

Sam:
-Ya me he disculpado bastante- murmuré saliendo de la lavandería-. ¿Por qué me hace salir a estas horas de casa? Austin... hace frío y es de noche, ¡tonto!
Metí las manos en los bolsillos, estaban congeladas y para colmo no daba encontrado mis guantes. Caminé durante un rato hasta llegar al parque infantil donde Austin me había citado.
-Austin Jake Mcklaine. ¿Crees que diré, "Cari, lo siieenntoo", después de esto? ¿Por qué debería…?- de repente todo se iluminó sobre mi cabeza, los columpios, árboles e incluso el pequeño castillo estaba lleno de lucecitas de colores-. Tú...

-Otra vez, otra vez. Gracias por lo de "Cari, lo siiienntoo"- Austin se acercó a mí-. Te emocionas por tonterías.
-Austin. ¿Cómo hiciste todo esto?
-Sólo está decorado con luces. ¿Te gusta?
-Si. Es precioso, parece navidad.
-¿Qué tiene de bueno la Navidad?- su tono de voz parecía haberse apagado un poco.
-¿No te gusta la Navidad?- nos sentamos en los columpios-. La gente siempre es feliz por Navidad.
-No tengo ningún recuerdo bonito de la Navidad.
-¿Por qué?
"-Mira por la ventana… mira por la ventana… está cayendo nieve. Mira por la ventana… mira por la ventana…el invierno ha llegado. Los niños están montando los trineos… no saben que el sol se está poniendo… y montan sus trineos felices por la montañas nevadas. La gran puesta de sol. Cuando la oscuridad llegue…El colorido y resplandor llenan las calles con el espíritu de la Navidad- cantaban las sirvientas al pequeño Austin de ocho años que permanecía sentado en la gran mesa llena de la cena de Navidad.
El pequeño esperaba con ilusión a sus padres y a su hemana, todos en el extranjero. Unos por negocios y Ashley por estudios. Peter llegó con una carta:
Querido Austin, mamá te escribe esta carta para disculparse. No podremos volver a casa estos días, compréndelo los negocios son difíciles.
Feliz Navidad, Mamá"
-¿Sabes cuanto lloró aquel niño? Sus padres le habían fallado en Navidad, y así año tras año.
-Ya veo...
-Oye, Samantha- Austin cambió radicalmente de tema-. ¿Qué tal salieron las conservas que hice?
-Si alguien escucha, probablemente pensaría que hiciste todas las conservas tú solito- contesté riendo.
-Quiero comerlo.
-¿De verdad?
-Quiero comer también las tostadas que tu madre preparó para mí. Y los Hot Dogs que tu padre me compró. Yo… no sabía lo que era una familia, pero viendo a tu familia creo que ahora lo comprendo un poco. ¿Puedo ir otra vez?
-¿Alguna vez has pedido permiso?
-No estoy bromeando- se levantó de su columpio y se arrodilló ante mí tomando mis manos-. Quiero ir. En realidad... todos los días. ¿Lo sabías?
Acercó sus labios poco a poco hacia los míos, cerré los ojos dejándome llevar por él. Y sentí sus labios sobre los míos, tratándome con dulzura, como si estuviéramos tocando el cielo.

sábado, 11 de junio de 2011

Capítulo 9: ¿Lo Sabías? (Parte 5)

Eric:
"-Te ruego que te des por vencida ahora. Por favor. ¡Para de amenazarme con un suicidio!- grité al teléfono-. ¿Soy el siguiente después de papá? Mamá, para ya, te lo ruego. Ya estoy en el museo, se lo diré. Adios.
Abrí la puerta del despacho de mi padre y se me cortó la sangre. Se estaba dando el lote con otra chica. Cerré la puerta con cuidado de que no se enteraran.
Al rato salió la chica.
-Tus labios... Tu lápiz labial está corrido.
-Gracias- dijo tras limpiarse.
-Eres la cuarta.
-¿Qué?
-Eres su cuarta amante este año- le informé-. Creo que eres demasiado bonita para esto."
Miré por la ventanilla del coche, entre la gente, con la mirada clavada en el suelo estaba Selena, la amiga de Sam.
-Para el coche- le indiqué al chófer.
Me acerqué a ella, al verme rompió a llorar.
-¿No eres mayorcita como para llorar en medio de la calle? Algunas mujeres piensan que se estan más guapas cuando lloran, pero no es cierto.
Continuó llorando, cada vez con más fuerza. La gente que pasaba me miraba con mala cara o me señalaba, como si yo fuese el culpable de su llanto.
-Selena... Selena...- miré hacia la gente-. No tengo nada que ver, no fui yo.
-Buaaah!- continuó llorando.
-¡Selena!

Austin:
Esta vez, solamente estábamos tres, Jack tocando la guitarra y Leo jugando conmigo a las cartas.
-Dos pares- puse mis cartas sobre la mesa.
-¿De verdad?- Leo sonrió con malicia y puso las suyas sobre la mesa.
-¿Qué es esto?- grité cabreado-. ¡Nada me sale bien!
-¿Aún no has arreglado las cosas con Sam?- preguntó Jack.
-¿Arreglar? No pienso pestañear aunque se arrodille a mis pies durante 4 días y 3 noches.
-Escuchemos lo que ocurrió- dijo Leo barajando las cartas-. Tampoco creo que hayas hecho algo bueno.
-¿Qué quieres decir con que no hice nada bueno? Salí en una doble o triple cita con ellos, comí pescado crudo o lo que quiera que fuera e incluso le dí su merecido a una basura de tío. Me porté muy bien.
-Entonces tampoco perdonarás a Sam- concluyó Jack.
-Te estoy diciendo que no lo pasaré por alto fácilmente.
-Ya lo has oído no creo que funcione, Samantha- dijo Leo-. Creo que tendrás que irte.
-¿Sam...? -miré detrás de mí y me encontré a Sam de pie y con la cabeza agachada-. ¿Cuándo llegaste?
-No sabía que estuvieras tan enfadado. Creo que sólo pensé en mi misma. Lo siento. Me iré.
-¡No!- me levanté de un salto poniéndome enfrente suya-. Quiero decir... ¿A dónde vas? Si viniste, tienes que decirme al menos por qué estás aquí. ¿Crees que mi casa es un lugar en el que puedes entrar y salir cuando quieras?
-Austin... por favor acepta mis... mis...
-¿Tus...?- repetí.
-¡Mi manzana de la disculpa!- dijo tendiéndome una manzana, la cojí.
-Si todo se arreglara con una disculpa…- le lancé la manzana a Leo-, ¿por qué hay leyes...

-... y policías en el mundo?- repitió Sam terminando mi frase.
-Bien, ya te lo sabes.
-Jolín... ¿Entonces qué quieres que haga?
-Tres deseos.
-¿Tres deseos?
-Si me los concedes, entonces aceptaré tu manzana del arrepentimiento.
-Disculpa, manzana de la disculpa- dijo Leo poniendo en alto la manzana.
-Por qué tres… ¿Por qué tienen que ser tres deseos?
-Chicos, ¿no creéis que gran parte de la culpa es suya porque no quiso ver las buenas intenciones de Austin?- pregunté a Jack y Leo.
-Samantha eres culpable- contestó Leo.
-Está bien. Haré lo que sea que me pidas.
Peero, tienes que decirme los tres en un minuto. ¡Empieza!
-¿Qué regla es esa?- me quejé.
-El tiempo pasa. ¿Qué deseo es “qué”? 10, 11, 12, 13, 14, 15, 16, 17, 18...
-¡Oye, para de contar!
-19. 20.
-¡Para!- grité, pero no me hizo ni caso.
Leo y Jack no paraban de reir.
-21... 25.
-¡Siéntate!
-¡26!- se puso de cuclillas en el suelo-. 27, 28, 29, 30.
-Joder, qué cruz. ¡Levántate!
-Austin, te queda un deseo- se puso en pie-. ¡50! 51, 52, 53, 54, 55.
-¡Di!- paró de contar y me miró fijamente-. Di,  "Cariño... lo siiiennto." Va te toca. ¿No me escuchaste? "¡Cariño! Lo siieenntooo." Inténtalo.
-Austin...
-Oye, ¿no viste como lo decía Selena? Ahora, repite después de mí. "Cari, lo siieentoo."
-¡No puedo hacerlo! ¡No lo haré! ¡Ni de coña!- gritó Sam-. Haz lo que quieras, acepta la disculpa o no. Pero eso ni de broma.
-¡Oye, Samantha Gilbert! ¡¿A dónde vas?!- cerro la puerta sin dignarse ni a despedirse.
-Deberías haber aceptado sus disculpas cuando estaba de buenas- me reprochó Leo jugando con la manzana.
-Dámela- Leo esquivó mi mano y le paso la manzana a Jack-. ¡Que me la devolváis!
Jack sonrió y le metió un mordisco a mi disculpa comestible.
-¡Oye! ¡Por qué comes mi disculpa!- se la arranqué de las manos-. Es mía, no se toca.