viernes, 24 de septiembre de 2010

Capítulo 5: Sin Palabras... (Parte 1)

Canción: Battlefield - Jordin Sparks.

Samantha:
Si sólo hubiera una persona que me apoyara... sólo una...
Jack, ¿donde te has metido?
Él, la única persona que se había apiadado de mí cuando me había caído la temida tarjeta roja.
Él, que me prestó sus zapatillas deportivas para que no llegara descalza a casa.
Él, que me había defendido y bailado conmigo en aquella fiesta. ¿Dónde estaba ahora?
Me llevé la mano a los labios, genial me había mordido y sangraba. Me incorporé lentamente mirando con odio a todos los presentes. Las piernas me fallaron y caí de vuelta al suelo. ¿Nadie iba a ayudarme?
- ¡Tocadle un pelo más y os mato!
Giré mi cabeza hacía el lugar de donde provenía aquella voz tan familiar.
-¿Austin? - susurré.
Él miró cabreado a todos los que estaban allí. Se acercó al chico que tenía el extintor en las manos, se lo arrancó y le golpeó con el extintor en pleno estómago. Luego agarró a otro por el pelo y lo lanzó contra el suelo.
Dirigió su mirada hacia mí, se acercó y se arrodilló a mi lado.
Yo sólo le miraba en completo silencio, me abrazó.
-Lo siento - me susurró al oído con culpabilidad-. Perdóname.
Una lágrima resbaló por mi mejilla.
Me tomó en brazos ante la atenta mirada de todos. Apoyé mi cabeza en su pecho, Austin empezó a alejarse del lugar.
-Austin, yo no fui. No hice nada - sollocé en sus brazos.
-Cállate, no digas nada.
-Sigues sin creerme, ¿verdad?
Suspiró, miró al frente con decisión y por último añadió:
-Te creo.

Austin:
¿Cuánto tiempo necesitaba? Al parecer, el tópico de que las mujeres pasan mucho tiempo en el baño, era cierto.
Lo que también era cierto, es que me estaba desesperando.
Me acerqué a la puerta, peté y luego pregunté:
-Sam, ¿te has colado por el retrete?
-Ya estoy - contestó desde dentro.
-Voy a entrar, ¿seguro de que estás lista?
-Que sí, pesado.
Giré el pomo de la puerta y la abrí. Sam estaba sentada en el borde de la enorme bañera con uno de mis pijamas puesto.
Tomé una toalla de la estantería y me senté a su lado.
-Súbete la pernera - le exigí, me miró vacilante-. Pues lo haré yo.
-¡No! Ni te esfuerces - se subió la pernera hasta la rodilla-. ¿Contento?
Asentí y apoyé sus piernas sobre mis rodillas. Estaban llenas de heridas y magulladuras, con la toalla me puse a desinfectarlas un poco.
-Ni que fueras a la guerra, estás hecha un desastre.
-¡Auch! ¡Duele! - exclamó intentando apartar las piernas.
-Estate quietecita o te ato - puso los ojos en blanco, seguí a lo mío-. ¿Eres tonta o le has pillado gusto a que te traten así? Después de todo lo que has pasado y no lo entiendes, ¿tienes un coeficiente intelectual de 10? ¿o la capacidad de aprendizaje de un orangután? Si no llego a aparecer, ¿qué tenías pensado hacer?
-Pues, gracias Super Austin - dijo irónica.
-¡Déjate de estupideces y escúchame! En casos como este, lo mejor que puedes hacer es quedarse por patas. Mírate ahora, con los huesos molidos, ¿ya eres feliz?
-Se dice salir por propio pie. Además, no eres el mas indicado para echarme la bronca, idiota.
-Cierra los ojos, tienes heridas hasta en la cara.


Cerró los ojos algo temblorosa, le pasé con cuidado la toalla por todas las heridas. Hasta que llegué al corte que tenía en los labios, me quedé mirándolos. Un cosquilleo algo extraño apareció en mi estómago.
Le lancé la toalla.
-¡Límpiate tú! - exclamé mientras caminaba hacia la puerta.
De repente, sentí la toalla estamparse contra mi espalda, me giré hacia ella.
-Ya podrás levantarte a buscar la toalla, no pienso mover ni un sólo dedo para pasártela.
-¡Serás cabronazo!
Salí del baño y cerré la puerta antes de que pudiera llamarme algo más.
Me apoyé contra la pared y me llevé la mano al corazón, el cual parecía querer salir de su sitio.
Escuché unos pasos acercarse, levanté la vista y los ví, Eric y Leo, ambos con el semblante serio. Les sonreí. Detrás de ellos venía una chica con la cabeza agachada. Cambié mi cara de felicidad a una de desagrado, era Chelsea.
Leo se puso a mi lado y me entregó un libro, leí el gran título de la tapa. Parvulario Waldcorf. Lo abrí, era una orla del parvulario. Estábamos todos, Eric, Leo, Jack, Yo... Una de las fotos estaba completamente destrozada, debajo había un nombre. Chelsea Smith.
-¿Qué es esto? - pregunté.
-Chelsea te lo explicará - dijo Leo mirándola con mala cara.
-Yo... fui la que sacó y colgó esas fotos en Internet.
Leo me agarró del brazo.
-Y... lo hice por una razón - me miró con los ojos llenos de lágrimas -. Quizás no lo recuerdes, pero me persigue todos los días.Éramos muy pequeños, recuerdo a Jack tocando sus primeras notas con el violín, a Leo entusiasmado por sus clases privadas de kárate, Eric haciendo sus primeras figuras con plastilina y tú... con el mismo egocentrismo que tienes ahora. El F4 a los 5 años, con aquella edad y ya teníais vuestra clase privada... Te hice un dibujo en el que salíamos tú y yo. Lo miraste con asco y lo rasgaste ante mis narices. Luego vino lo peor, me llamaste cabeza calabaza, y que era fea, tanto que, según tú, no tenía derecho ni a ser tu amiga.
-No recuerdo nada - la interrumpí.
-Tras esas palabras no quería ni salir de casa - continuó-. Mis padres me llevaron a Alemania, tres años de cirugía estética, ¿sabes?, dicen que ese tipo de dolor es peor que la muerte y no mienten.
-No recuerdo nada de eso - añadí-, pero lo siento.
-¡No me digas que lo sientes! - gritó- Vuestras miradas de asco, mirándome como si fuera un bicho raro, ¡me han hecho cambiar!
Leo tragó saliva. Chelsea intentó acercarse a mí, pero Eric la paró con una mano:
-Eh, tranquilízate - le sugirió secamente.
-Mírame, mírame ahora, ¿no te parezco guapa? Austin, ¡he vuelto por tí!
-Sigues siendo un bicho raro - tiré el libro al suelo, que cayó con un gran estruendo.
Coloqué las manos dentro de los bolsillos de mi pantalón, y mientras cruzaba la habitación despreocupadamente, hasta quedar a un metro de Chelsea, dije:
-¿Has vuelto por mí? - bufé-. No sé ni para que te molestas. La niña de antes era fea, pero al menos era bella por dentro. Pero tú ahora eres por dentro y fuera lo más horrible que he visto en mi vida. Y, sinceramente, espero no volver a verte en la vida. Echadla de aquí - les indiqué a Eric y Leo.
Ellos asintieron y se llevaron a Chelsea a rastras, mientras me miraba asustada y dolida, como si el monstruo fuera yo y no ella.
Suspiré y fui hacia la habitación que algún día había estado ocupada por mi hermana y dónde ahora estaba Sam. Antes de entrar peté.

*Al fin he tenido tiempo de subir capítulo! Empezar las clases es un horror -.- y mas aún si Blogger te odia, no sé que ocurrió pero en la entrada anterior no le reconocía cómo nueva entrada, por eso no os salio en vuestros respectivos Bloggers. Así que para los que aún no la habéis leído, el final del capítulo 4 en la entrada anterior a esta^^
¿Y que más tenía preparado? Mmmm... Ah sí! A partir de ahora SOLO subiremos capítulo los fines de semana y serán entre 1- 2 capítulos, dependiendo del tiempo libre que tengamos :)
Y ponemos otra encuesta, ahora que la historia va aun poco más avanzada y todos vemos como es el F4 en realidad, ¿cuál es ahora tu F4 favorito? Votad y comentad aquí pliss!! ^o^

viernes, 17 de septiembre de 2010

Capítulo 4: UR Man (Parte 8 - Final)

Canción: Wait for You - Elliott Yindam

"Se clasifican en monosacáridos, disacáridos y polisacáridos..."
El profesor se esmeraba en la clase de química, pero una vez más los alumnos estaban ocupados en otra cosa. Se pasaban una notita de unos a otros, la leían, reían y la pasaban al siguiente. Le tocaba a Chelsea, que abrió con cuidado el papelito:
"Fiesta para la becada en su honor. Hoy en el patio delantero a la salida de clases. Será muy divertido, al menos para los que asistamos"
Lo arrugó y guardó en la cartuchera, esto no podía llegar a manos de Sam.

Samantha:
La clase de química era bastante aburrida, yo solo luchaba para no quedarme dormida. Me había pasado toda la noche despierta esperando alguna noticia de Leo o Eric, pero nada.
Apoyé la mejilla en mi mano y bostecé. En ese momento pude ver como los que estaban sentados delante de mí leían una notita, reían y lo pasaban al que tenían al lado. El sueño pudo más que yo, así que apoyé la cabeza en el pupitre y cerré los ojos. Me desperté en cuanto sonó el timbre. Bostecé de vuelta y me froté los ojos.
-Sam, ¿duermes? - levanté la vista y Chelsea me sonreía-. Bueno, te dejo que sigas soñando.
-Gracias - sonreí y volví a apoyar la cabeza en el pupitre.
-Sam...
Levanté la cabeza y esbocé una sonrisa.
-¿Pasa algo? - pregunté.
-No... solo que me tengo que ir a hacer unas cosas, quizás no vuelva después del recreo.
-Vale.
-Ya me voy.
Me despedí con la mano y apoyé otra vez la cabeza en el pupitre, me pasaría todo el recreo durmiendo.

Austin:
Frustrado, me dirigí a ese maldito hotel dónde había ocurrido todo. Pasé por el recibidor mientras jugaba entre los dedos con la tarjeta de la habitación. Al llegar al piso, anduve hasta la puerta de ésta, y me quedé mirándola.
Paso, no paso, paso, no paso...
Paso.
Alcé la mano pasando la tarjeta por el pequeño lector, la puerta se abrió. Respiré hondo y entré en el interior.
Me coloqué a los pies de la cama y la observé durante un buen rato. Encima del edredón estaban colocadas todas aquellas fotografías que tanto me repugnaban. Cogí una al azar y comparé la cama que estaba ante mis narices con la de la fotografía, y en efecto, eran iguales, y el espejo, el tocador, el balcón...
Unas nauseas treparon por mi garganta, y unas ligeras ganas de llorar subieron a mis ojos, pero no derramé ni una sola lágrima, no sería muy maduro de mi parte. En cambio desaté toda mi furia e ira que tenía dentro, y rompí la fotografía, deshice la cama de un tirón.

Acabé con el condenado espejo, tirando todo lo que había en el tocador. Después de haber dejado todo hecho un desastre, una voz femenina apareció tras de mí:
-Es increíble... que el gran Austin Jake Mcklaine se comporte así por una pobre zorra como esa.
Sorprendido por la intervención, me volví y me encontré con la chica con la que Sam siempre andaba en el colegio, Chelsea.
-Ey, tú eres la chica que siempre está con Sam, ¿no? ¿Y tú... - la agarré del cuello de la camisa y la atraje hacia mí - de verdad que te consideras una amiga? - y con fuerza la arrojé contra la pared.
Unas lágrimas resbalaron por sus mejillas, pero hice caso omiso de ellas.
-¿Por qué...? - empezó otra vez mientras se colocaba delante de mí.
-¿Por qué qué? - dije sin mucho ánimo.
-¿Por qué a ella? ¡¿Por qué a ella y no a mí?! ¡¿Qué tiene esa zorra que no tenga yo?!
Me quedé mirándola medio pensativo, pero en realidad tenía una clara respuesta:
-Porque, visto lo visto, ella tiene mejor corazón que el bicho que tengo delante. La aparté de un empujón y me dirigí hacia la puerta, pero al llegar al marco de ésta, sentí unos débiles brazos rodeando mi cintura. Puse los ojos en blanco.
-Suéltame, me vas a manchar el traje de Máximo Dutti.
- Ignoró mi comentario.
-¡No! ¡Por favor, quédate conmigo! ¡Por favor! - gritó con voz ahogada.
Lancé un suspiro hastiado, agarré sus manos y me las quité de encima, como si fueran algo asqueroso.
Y finalmente me largué.
Recorriendo los pasillos, con falsa tranquilidad, recordaba las palabras tan dolorosas que Sam no paraba de repetirme:
"-¡Te juro que es un error! ¡No sé cómo pasó, pero te juro por mi vida que no soy yo! Me tendieron una trampa."
Me tendieron una trampa...
Me paré en seco, me volví y me quedé mirando, al fondo del pasillo, la habitación.
Y luego me fui rápidamente de allí en dirección al colegio.

Samantha:
Después de salir de clase, cogí la mochila, me la coloqué en la espalda y subí a mi bicicleta. Empecé a pedalear hacia la salida con bastante velocidad, ya que era una ligera cuesta, y de repente... Me vi volando por los suelos e impactando contra el suelo, al final de la cuesta.
Cientos de personas se arremolinaron a mi alrededor sonriendo cruelmente.
Confusa, me levanté, y un dolor agudo me recorrió desde las rodillas a los codos. Estaban despellejadas, y la sangre no paraba de manar de ellas. Me volví y en el suelo había una cuerda casi transparente. Me había tropezado con ella.
Quería llorar, echarme al suelo y empezar a llorar desconsoladamente, pero aguanté. No les daría esa satisfacción.
-¡A ver! ¡Adelante, tiradme todo lo que queráis! ¡Me da igual! - grité.
Me volví y un globo lleno de agua impactó en pleno en mi cara. Cerré mis puños y más globos impactaron contra mí, mojándome toda.
Luego un chico entre risas por parte de él y los demás, se acercó con un extintor en la mano, y apuntándome, me echó la espuma encima.

Al final desistí, y me caí al suelo, medio inconsciente, pero el chico seguía vaciando el extintor sobre mí. Yo seguía sin llorar, sin embargo, empecé a pensar... Si sólo hubiera una persona que me ayudara, sólo una... Alguien que me tendiese la mano en ese cruel momento... Jack, ¿dónde estás?...

miércoles, 15 de septiembre de 2010

Capítulo 4: UR Man (Parte 7)

Canción: Wonderwall - Oasis


Eric:
Leo y yo nos quedamos quietos observando como Austin se metía en su coche y desaparecía llegando a superar la velocidad de la luz.
-Me preocupa -dijo Leo una vez no quedó rastro de Austin-, si sigue conduciendo así pronto tendremos una desgracia.
-No lo había visto tan afectado desde la boda de Ashley, tenemos que solucionar esto - miré a Leo-. Sólo sígueme.
Me metí en mi automóvil observando por el espejo retrovisor como Leo entraba en el suyo. Conducimos hasta la bocatería donde trabajaba Sam. Aparcamos y salimos de nuestros respectivos deportivos. Unas mujeres nos miraron con cara rara, no pude evitar el reírme y dije:
-No se preocupen, no soy ningún narcotraficante. Mi familia posúe museos de arte.
-Y yo... sólo pertenezco a la mafia - continuó Eric.
Aquellas mujeres abrieron los ojos como platos al oír a Leo soltar aquellas palabras todo fresco. Era gracioso, y esto confirmaba lo ya confirmado, todo el mundo temía al F4, incluso sin reconocernos.
Empujé a Leo al interior del local. Nos apoyamos en la barra. Selena al vernos se acercó a nosotros poniendo muy mala cara:
-¿Qué queréis?
-Venimos a hablar con Sam -contesté.
Selena llamó a Sam, que apareció en pocos segundos. Le contamos nuestra preocupación y al rato estábamos analizando las fotografías en el portátil de su extraño jefe.
-Lo primero que haremos será encontrar a ese tío - Leo señaló la pantalla-. ¿Lo conociste en una discoteca?
Sam asintió.
-¿Sabes algo sobre él? - pregunté-. ¿Nombre? ¿Edad?
-No, solo que se gana la vida tocando la guitarra.
-Cuando te despertaste, ¿había algo suyo en la habitación? - volví a cuestionar-. ¿Ropa? ¿Cartera? ¿DNI?
-Pues... - se quedó pensativa-. Ah, si. Había algo escrito con labial rojo en el espejo. "Gracias por esta increíble noche"
-¿El labial era tuyo? - dijo Leo.
Sam negó con la cabeza.
El raro jefe, o Mike, se acercó y dijo:
-Había alguien más en la habitación.
-¡Largo! Nadie te ha dado vela en este entierro - exclamó Selena.
-Es cierto - señalé la imagen y miré a Leo-, es imposible que pudiera sacarse una foto él solo desde esta perspectiva.
-Es lógico, ¿para qué llevaría un hombre labial rojo? - Leo sonrió-. El labial es de quién tomó la fotografía. Visitaremos el hotel.
-Ya fui yo y me dijeron que no podían dar ese tipo de información - Sam miró hacia nosotros con la mirada perdida.
Nos quedamos en silencio pensando otro posible plan. Mike volvió a acercarse y frotó con el dedo índice en la pantalla. Leo y yo fruncimos el ceño.
-Mike, ¿qué haces? - preguntó Selena.
-Hay una mancha que no cae - contestó este.
Leo y yo nos miramos entre sí y ampliamos la fotografía. La misteriosa mancha era un tatuaje que el susodicho tenía en el brazo izquierdo.
-Genial, pista a nuestro favor - Leo esbozó una sonrisa.
-Nosotros nos vamos, Sam en cuanto sepamos algo intentaremos hacértelo saber.
Nos dimos la vuelta para marcharnos, pero en cuánto abrimos la puerta, Sam habló a nuestras espaldas:
-Muchas gracias...
-No es por ti, sólo ayudamos a un amigo.

Austin:
Soledad, era todo lo que necesitaba. Despejar mi cabeza y aclarar ideas. La puerta de mi habitación se abrió, era Peter.
-¿Es tan difícil comprender que quiero estar solo?
-Disculpe señorito, pero tengo órdenes de hacerle llegar este sobre - dijo mostrándomelo.
-Déjalo encima del escritorio y lárgate - accedió con una reverencia-. ¿De parte de?
-Era una señorita, no ha querido dar su nombre.
-Ella...
-No, no era la señorita Samantha.
Samantha, su nombre abrió un poco más mi herida. ¿Quién podría ser la misteriosa chica? ¿Otra vez alguna de esas tres estúpidas? Levanté la mirada pero Peter ya no estaba en mi habitación. Caminé hacia el escritorio y me senté en la silla de cuero. Abrí el sobre y una especie de tarjeta salió del interior. Solté el sobre y tomé la tarjeta entre mis manos. Era blanca y tenía escrita una enorme letra en azul, para casualidad era la letra "F".
Por un momento pensé que podría tratarse de una estúpida broma, pero después de darle vueltas, caí en lo que realmente era, la llave-tarjeta de la habitación de un hotel.

Leo:
Matar sin dejar rastro, esa era la filosofía de mi familia.
Pero en este caso no sería válido, si matábamos a ese tío, ¿qué información podríamos quitarle?
Lo primero que hicimos fue recorrer todos los locales especializados en tatuajes de Nueva York. Esa había sido la parte más fácil, sólo habíamos tenido que poner dinero sobre la mesa para que la gente nos contara lo que sabía.
Acabamos en una discoteca hablando con el dueño.
-Nos han dicho que el tío que buscamos trabaja aquí.
-Lo siento mucho, pero no puedo darles ese tipo de información.
Eric y yo nos miramos entre sí y sonreímos con malicia y frialdad. El hombre nos miró perplejo. Eric continuó:
-Verá, como no empiece a soltar prenda no solo le haremos daño, sino que haremos que le cierren el local.
-¿Cómo dice?
-Somos del F4 - dije recostándome en el sillón.
-¿Cuánto tiempo tardarás en desalojarlo y derrumbarlo todo? - dijo Eric echando un vistazo por todo el local-. ¿Una semana?
-Con tres días tengo de sobra - contesté, el hombre tragó saliva asustado.
-Debería practicar más a menudo - Eric se levantó del sillón y yo lo imité.
-¡No por favor! ¡Mi local no! - exclamó el hombre.
-Pues díganos cuándo va a llegar ese tío - pregunté.
-De echo, acaba de hacerlo.
Miramos hacia la puerta y lo vimos entrar, no lo había visto en mi vida, pero se merecía morir.
Le hice un gesto a nuestros guardaespaldas, que lo cogieron por sorpresa y lo llevaron a un oscuro callejón. Lo empotraron por la pared sujetándolo de los brazos para que no escapase. Le agarré de la cara y lo miré:
-¿Quién coño eres?
-Nos presentaremos, soy Eric y él es Leo, ambos del F4. Nos importa una mierda quién seas, sólo queremos saber una cosa, ¿quién te crees que eres para sacarte esas fotos con la novia del líder del F4?
-No me dais miedo, y no tengo porqué contestaros.
Reí y le solté un puñetazo en toda la cara. Escupió sangre.
-¿Y ahora nos lo dirás? - pregunté.
-Nunca...
Lancé un largo suspiro, era duro de pelar. Saqué del bolsillo de mi chaqueta una navaja, que brilló con la luz de la luna. Puse la hoja plateada en su cuello.
-¿Lo dices o empiezo a rasgar?
-Me pagaron... yo no hice nada, sólo salir en las imágenes. La persona que sacó las fotografías fue la que me pagó.
-Mike tenía razón - susurró Eric-, este cabrón no estaba solo.
-Una última oportunidad, dinos quién te pagó o por el contrario... no vuelves a respirar en tu maldita vida - Dije maliciosamente y poniendo la navaja ante sus asustados ojos-. Sólo un nombre.
-Smith... - dijo con la voz entrecortada-. Chelsea Smith.

domingo, 12 de septiembre de 2010

Capítulo 4: UR Man (Parte 6)

 Canción: Because I'm a Girl - Kiss

Austin:
-Austin, llevamos ya dos horas, ¿no harás esto todos los días? - se quejó Eric.
-No, solo será hoy. Que quede bien lacio - le exigí al estilista.
Estábamos en mi habitación, el estilista se esmeraba en alisarme el pelo, mientras Eric y Leo observaban aburridos.
-Tío, ¿estás seguro de que tu cabellera se puede alisar? - preguntó Leo-. Tienes el pelo más rizado que he visto nunca.
-Tranquilo, el estilista se ocupa... o lo despido.
-Esto no tiene perdón. Que quieras cambiar de look, pues vale. Pero que nos obligues a madrugar más de la cuenta y a llevar el uniforme... - volvió a quejarse Eric.
-¡Eso! La corbata aprieta- le apoyó Leo.
-A veces es bueno meterse en una atmósfera estudiantil.
-Ya... ¿haces esto para ser como los demás? - preguntó Eric-. ¿Dónde está el Austin superior y diferente a los demás?

Menuda sorpresa se iba a llevar Sam al vernos de esta guisa. Ella había dicho que odiaba el creerme superior para no llevar uniforme y mi estúpido pelo rizo. Si eso ya no existía, no podría odiarme más, ¿o no?

Samantha:
Entré en el colegio algo mareada, tantas preguntas sin respuesta... ¿Cómo había acabado en ese hotel? ¿Noche maravillosa?
Las BGirls se pusieron en frente de mí, Sunny me agarró del pelo, Miranda de la chaqueta y Ginger habló:
-Serás desgraciada, sabía que tus intenciones no eran buenas.
-¡Soltadme! ¡No tengo ganas de enfadarme ahora! - les grité pero no me hicieron caso.
-¿Qué vas a hacer, asquerosa? - Sunny me tiró fuerte del pelo-. ¿Quién te crees que eres para hacerle esto a nuestro F4?
-¿Eh? ¡Yo no hice nada!
-Mira que eres maleducada - Ginger chasqueó la lengua-. Chicas, refresquémosle la memoria.
Entre las tres me arrastraron al comedor. Me soltaron haciéndome caer en el suelo.
-Te lo avisamos una vez - dijo Ginger mientras la gente empezaba a arremolinarse a nuestro alrededor-. Si hablas mal del F4, hablas mal de todos nosotros. Y si traicionas a Austin, nos traicionas a todos nosotros.
Me levanté del suelo y Ginger señaló una televisión plasma. El contenido de la pantalla me dejó a cuadros, eran fotos, muchas fotos, pero en todas salía yo dormida sobre el pecho del chico de ayer y en la cama dónde había amanecido. Su cara estaba pixelada.
-¡El F4 te trata como una reina y mira como se lo agradeces! -me gritó Miranda-. Maldita zorra...
-¿Tienes algo que decir? - Ginger se me acercó amenazadora.
-¡¿Quién te crees que eres para tratarla así?!
Esa voz... miramos hacia la puerta y allí estaba el F4. Se hizo paso entre la gente seguido por Eric y Leo. Tenía el pelo alisado y para mi enorme sorpresa, llevaba puesto el uniforme.

Austin:
Aquella falsa barbie de nombre Ginger se puso delante de mí y dijo:
-¡Espabila Austin! ¡Abre los ojos y mira lo que esta tía hace a tus espaldas!
-Cállate...- le susurré.
Miré hacia Sam, ella se puso blanca y corrió hacia una pantalla poniéndose delante. -¡Te juro que es un error!- exclamó suplicante.
-Déjame ver- la aparté del televisor y al ver las imágenes, el mundo entero se me vino encima-, ¿cómo va a ser un error si sales en la foto?
-No lo sé, simplemente no tengo ni idea, ¡pero te juro por mi vida que no soy yo! - la miré a los ojos decepcionado-. ¡Me tendieron una trampa!
-Y... ¡¿eres de las que cae tan fácilmente en ese tipo de trampas?! - le grité.
-Me da igual si me crees o no, ni siquiera sé que hago defendiéndome en una situación tan absurda.
La agarré por el cuello de la camisa cabreado, me miró asustada.
-Sólo te lo preguntaré una vez más -miré la pantalla y luego a ella de vuelta-. ¿Ésa es tu verdadera cara? ¿La de la foto es Samantha Gilbert?
No dijo nada, pero las lágrimas que resbalaron por su cara me lo explicaron todo. La solté.
-¿Dices que te da igual si te creo o no? - tomé aire-. Tienes razón. A partir de ahora no te conozco.
Le dí la espalda y me largué de allí. Jamás había sentido una humillación mayor. Y nunca me habían hecho una herida tan profunda.

Samantha:
¿Qué había hecho? ¿Se podía ser más estúpida? Imposible. Toda la gente presente se me tiró encima, incluso me habían llamado todos los insultos existentes.
Pero no se podía comparar al dolor que sentía por haberle hecho eso a él. Austin había cambiado, su ropa cara por el uniforme escolar, hasta su peinado...
Todo volvió a ser como antes, señalada por todos, profesores incluidos.
Salí del colegio y antes de ir a trabajar decidí pasar por el hotel. Necesitaba ver al chico de ayer, preguntarle si de verdad había ocurrido algo entre nosotros. Solo obtuve una respuesta negativa, no podían darme datos de clientes.

Austin:
Me había duchado y cambiado de ropa. Nunca más volvería a cambiar por nadie, total, las gracias eran una maldita puñalada por la espalda.
Eric y Leo intentaban por todos los medios posibles hacerme olvidar todo lo ocurrido. Me llevaron al campo de tiro.

Apreté varias veces seguidas el gatillo de la escopeta, pero ni una vez dio en la diana, ni siquiera llegó a rozarla. Ellos dejaron de disparar y me miraron preocupados. Eric pagó y salimos de allí. Los tres nos acercamos al estacionamiento para recoger nuestros coches.
No me despedí de ellos.
Entré en mi Lotus negro y pisé el acelerador al máximo. En ese instante nada me importaba, una multa por exceso de velocidad, una persecución policial por las calles de Nueva York, o incluso un accidente que me llevara directamente a los brazos de la muerte.

*Bueeenas, a todos nuestros queridos lectores traemos malas noticias. Esta semana comienzan las clases en España (wii, ya estamos en 1º de Bachiller, ¡la misma clase de Sam! Lástima que no en el mismo centro xD) Bueno, y queremos tomarnos tiempo para poder prepararnos, así que dudo que el miércoles subamos nuevo capítulo. Lo setimos de verdad, pero el Viernes intentaremos publicar. Os dejamos un regalo con el capítulo de hoy^^ Haced click en la canción y mirad el videoclip, eso si, antes de nada os recomiendo una caja de pañuelos, yo nunca había visto un videoclip tan hermoso en toda mi vida *.*
Disculpas otra vez...

viernes, 10 de septiembre de 2010

Capítulo 4: UR Man (Parte 5)

Canción: UR Man - SS501



Samantha:
Quizás algo vergonzoso, pero cierto, a mis 17 años jamás había entrado en una discoteca. Observaba todo el local maravillada, Chelsea se me acercó con una botella de cristal en la mano, me la tendió:
-Tu agua - sonrió-. ¿Quieres venir a bailar?
-No gracias, es la primera vez que entro en un sitio así y prefiero mirar.
-De acuerdo, estoy en la pista por si necesitas algo.
Chelsea se alejó y desapareció entre el montón de gente.


Y mientras Sam no sabía qué hacer para escapar del bullicio, Chelsea la observaba desde la pista de baile. Una chica tropezó con Chelsea, ésta la miró con asco y acto seguido le propinó un guantazo. La joven se llevó la mano a la mejilla adolorida.
-¡¿Es injusto?! - le gritó Chelsea -. Con ese cuerpo y esa cara al menos deberías saber moverte. Eres fea con ganas...


Selena:
Mike acababa de colgar el cartel de abierto en la puerta de la bocatería. Normalmente, trabajar con mi mejor amiga era divertido, pero los días que Sam libraba era un auténtico muermazo.
-¡¡Selena!!
-¡¿Qué?! ¡Mike me has asustado!- me llevé la mano al pecho.
-¡Ni se te ocurra abandonarme como ha hecho tu amiguita!
-Mike, hoy es el día libre de Sam -suspiré-. Además, ¿con quién quieres que me vaya?
Se metió las manos en los bolsillos y entró en la cocina. La puerta del local se abrió, primer cliente de la tarde.
-Bienven...
Al mirarlo a la cara me quedé embobada. Era un chico alto, de cabello lacio y negro. Vestía increíblemente bien. Su cara era perfecta y tenía una sonrisa en la cara preciosa. Me habló:
-¿Es aquí donde trabaja Sam?
Asentí mirándole todavía embobada.
-No la veo.
-Es que...hoy es su día libre -conseguí contestar.
-De acuerdo, ¿eres su amiga? - volví a asentir-. ¿Desde cuándo?
-Desde la guardería.
-Bien, vente conmigo.
Me tomó de la mano. Pero dí un tirón para que me soltara. Me miró con aquella sonrisa tan mona:
-Por favor...
Y me dejé llevar por él.


Eric:
Abrí la puerta de mi casa y la invité a pasar. Estaba tan callada... Preparé dos tazas de café y las puse sobre la mesa. Me senté.
-Siéntate, por favor- la invité, ella accedió en silencio.
-Tus padres son muy confiados, dejarte traer cualquiera a casa.
-Mis padres no viven aquí.
-Pero... un menor no puede vivir solo.
-¿Quién ha dicho que sea menor de edad? Tengo 18 años y estudio segundo de Bachiller, ¿lógico no?
-Y... ¿qué quieres de mí?
-Avisarte de algo. Como sabrás, tu amiga y Austin han empezado a salir.
-¿Austin? Personalmente prefería a Jack, es el único del F4 con cerebro.
-Para tu información, soy del F4 - se puso roja-. Como te decía, conozco a Austin desde que tengo uso de razón y sé que esto va a acabar muy mal, así que haz el favor de ayudarnos a parar esto.
-¡No soy quién para interferir en sus sentimientos! Ni que Austin fuese un árbol al que estuviera prohibido escalar.
-¿Y si lo escala y se cae? - le reté, ella me fulminó con la mirada-. Ey, no te enfades. No me gusta ver a una chica tan mona enfadada.
-¿Te crees que con esa sonrisilla me vas a seducir? Olvídalo- se levantó-. Además, fue ese tío el que empezó con todo esto. Sam no tiene la culpa.
Le di un sorbo al café ignorándola. Se dirigió a la puerta furiosa, y la abrió. En ese momento, Leo apareció en la puerta y miró a Selena de arriba a abajo con una sonrisilla de lado. Selena le bufó y se largó. Leo se sentó en la silla que Selena había dejado vacía.
-¿Qué has hecho esta vez, playboy? Solo existe una razón por la que las mujeres salgan tan cabreadas de esta casa.
-Ella es la amiga de Samantha, demasiado inocente para mí - jugueteé con la taza entre mis manos-. Además, es del peor tipo.
-¿Qué clase de peor tipo?
-Es de esas mujeres que no sabes si es melodrama o cómico hasta que entran en razón- le di otro sorbo al café-. Odio tratar con gente tan sencilla.


Samantha:
Caminé por toda la discoteca buscando un lugar donde sentarme, pero sin poder evitarlo tropecé contra un maletín, que por la forma debía guardar una guitarra en su interior. Lo agarré antes de que llegara al suelo.
-Podías haberlo dejado caer- dijo una voz masculina.
Devolví el maletín a su sitio y lo miré:
-Supongo que contiene algo valioso para tí, asi que ¿por qué romperlo?
-Venga, te invito a tomar algo - se levantó y tomó su maletín.
-De acuerdo.
Nos dirigimos a la barra y él hizo el pedido. Por el ruído del lugar no pude escuchar que pedía, pero aún tenía la botella de agua, por si acaso aquello era algún tipo de bebida alcohólica.
Después salimos a una especie de balcón. Hacía algo de frío, pero compensaba con la mágnifica vista de la ciudad. Unos perfectos acordes sonaron a mi espalda, me giré y el chico estaba tocando la guitarra. Por un momento recordé a Jack, aquella perfecta música que salía de su violín y que ahora echaba tanto de menos.
-Lo haces muy bien -dije rompiendo el hielo.
-Me gano la vida gracias a esto, ¿mas me vale no crees? - ambos sonreímos-. Una más antes de irnos.
Él empezó a tocar otra canción.
Tenía ganas de beber, acerqué mi mano a las bebidas que había traído, pero las palabras de Austin aparecieron en mi cabeza: "No bebas si no estoy yo delante".
Abrí la botella de agua que Chelsea me había dado y bebí hasta calmar mi sed. Unos segundos después mi cabeza empezó a dar vueltas y mis ojos se cerraron solos.
Volví a sentir la presencia de la realidad, ¿cuánto tiempo había pasado? ¿Minutos? ¿Horas?
Lo que tenía claro es que estaba en una cama, y no era la mía. Me incorporé frotando los ojos. Los abrí lentamente. ¿Dónde estaba? Aquella no era la habitación de Chelsea, ni siquiera la elegante habitación de la hermana de Austin. Me miré y solo llevaba puesto un camisón, revisé el lugar y mi ropa estaba esparcida por el suelo. Lancé un chillido.
-Joder, ¿qué es esto? -susurré.
Miré hacia mi derecha, mi silueta se reflejaba en un enorme espejo. Tenía escrito algo con carmín rojo:
-Gracias por esta increíble noche - me llevé las manos a la cabeza-. ¡¿Cómo...?!

miércoles, 8 de septiembre de 2010

Capítulo 4: UR Man (Parte 4)

Canción:  Angels - Moon Dust


Samantha:
Llegué al colegio dormida, pero un montón de gente esperaba en la entrada. Al verme todos se acercaron corriendo. Genial... ¿qué bromita había preparado Austin esta vez?
-¡Sam, buenos días! Si necesitas algo no dudes en pedirme ayuda, ¿vale?
-Estás invitada a mi cumpleaños este fin de semana, ¿vendrás a que si?
Y así todos, ¿qué bicho les había picado? ¿Por qué eran tan amables conmigo? Intenté escaquearme como pude, pero eran demasiados.
-¡Quietos! ¡Dejadla en paz! -todos se callaron.
-¡Chelsea! -exclamé.
-Venga, iros... -todos se dispersaron-. Buenos días.
-Buenos días. ¿Sabes qué pasa hoy aquí? Tanta bondad asustad.
-Ni idea...- me tomó de ganchete-. ¡Entremos juntas!
Y así lo hicimos, pero en la zona de las taquillas un grupo enorme de gente rodeaba una pantalla plasma. Intenté hacerme paso seguida por Chelsea y gentilmente todos me hicieron un hueco, eso era muy raro...
Al fijarme en la pantalla abrí la boca. Era una página web llamada "Waldcorf News", y tenía unas fotos en las que se veía a Austin susurrándome al oído, leí el titular: "Becada Samantha Gilbert es la novia oficial de Austin Jake Mcklaine". Me quedé de piedra.
-¿Qué ocurre aquí? - miré hacia la persona que hablaba, Austin.

Austin:
Todos se quedaron en silencio, Sam se me acercó y señalando una pantalla dijo:
-Austin, por lo que más quieras... ¡diles la verdad!
La aparté de mi camino, y yo, Eric y Leo nos pusimos a leer lo que decía aquella pantalla.
-¿Eso es cierto? -preguntaron Eric y Leo a la vez.
-Pues...-todos me miraron intrigados-, sí, es cierto, ella es mi novia.
Agarré a Sam y la apreté contra mi cuerpo. Todos abrieron la boca.
-¿Qué? ¡No! ¡Es mentira! -gritó Sam-. ¡No es lo que parece!
-Si nos disculpáis... nos vamos- me despedí.
Eric y Leo se miraron entre sí, sonrieron y me siguieron. Llevé a rastras a Sam hasta nuestra sala privada. Me senté en mi sofá. Eric y Leo hicieron lo mismo.
-¡¿Cómo has dicho eso?! - explotó Sam-. ¡¿Tienes piedras en el cerebro?!
-He dicho la verdad - contesté-. Recuerda lo que te dije en el aeropuerto...
Puso los ojos en blanco, dio media vuelta y se largó.
Samantha:
Llegué a clase y todos me saludaron. Excepto las BGirls que me miraron con odio, y cuchichearon a mis espaldas:
-Chicas, estoy segura... - empezó Ginger.
-... de que las intenciones de la lavandera...-continuó Miranda.
-No son buenas...- remató Sunny.
Reí en mi interior, al fin y al cabo no todo era tan malo. Me senté en mi sitio y la clase dio comienzo. Busqué con la vista a Chelsea por todas partes, pero me llevé una gran sorpresa al descubrir que su sitio estaba vacío. El día transcurrió intranquilo, con gente emocionada tirándoseme encima y yo evitando al F4, en especial a Austin.
Al acabar me fui a darle una visita a Chelsea a su casa. Era muy bonita y grande.
Chelsea estaba tumbada en su cama con la mirada perdida en la nada. Me senté en el borde de su cama:
-¡Hola!- dije con una enorme sonrisa.
-¿Qué haces aquí? - preguntó sorprendida.
-Estaba preocupada por ti y decidí venir a visitarte, tranquila, nadie sabe que estoy aquí - sonreí-. ¿Que te ocurrió?
-Me mareé un poco y decidí venir a casa - me tomó de la mano-. Sam...
-¿Mm?
-Lo tuyo con Austin del F4... ¿es cierto?
-¡No! No sé de donde lo sacó pero es mentira. Yo me encontré con él por casualidad, las fotos... todo es un malentendido.
-Pero... parece que a Austin le gustas -dijo con la voz entrecortada.
-¡No digas tonterías! Austin me odia desde cuándo te defendí, solo sabe jugar conmigo y fastidiarme. ¿Cómo voy a gustarle a ese estirado?
-¡Que tonta soy! No pegáis ni con cola - se levantó de un salto de cama y visiblemente más animada.
-¿A dónde vas?
-Me encuentro mejor - sonrió-. Sam, vamos a divertirnos.
-Pero... yo...
-Espera aquí, voy a buscar algo chulo para ponernos.
Abrió un armario enorme y se puso a rebuscar entre la ropa. Yo le echaba un vistazo a toda la habitación. Entre los libros encontré uno que ponía "Parvulario Waldcorf". Lo cogí, pero justo cuando iba a abrirlo, Chelsea me lo arrancó de las manos y lo apretó contra su pecho.
-¡¿Qué haces?! ¿No sabes respectar la intimidad ajena? -gritó.
-Lo siento, no sabía...
-Ay no, perdóname a mí, es que escribí cosas y no quiero que nadie las lea -dejó el libro en su sitio y me tomó de la mano-. Ven, busquemos algo para ponernos.
Leo:
Tras acabar las clases el F4 fuimos a la gran mansión de Austin. Siempre estábamos en la sala de los videojuegos, pero esta vez Austin se había empeñado en pasar la tarde en su habitación. Para no aburrirnos Eric y yo jugábamos al ajedrez, mientras Austin limpiaba con esmero su telescopio. Dijo que quería mostrarle a alguien la diferencia entre una estrella y un satélite.
-Austin, ¿vas enserio? -preguntó Eric.
Austin paró lo que estaba haciendo y se nos quedó mirando.
-Claro, ¿por qué lo preguntas?
-Es que... Sam no parecía ni saber que era tu novia- dije.
-Yo se lo dije en el aeropuerto y ella aceptó, ¿a qué viene esto?
-Austin, ¿crees que en nuestro caso es algo para tomarse a la ligera? - dije seriamente.
-Venga ya... - soltó una carcajada-. ¿Y vosotros vais de Casanovas por ahí?
-No olvides de que somos libres de salir con quien queramos, pero la decisión final es de nuestros padres - Eric estaba aún más preocupado que yo.
-No lo he olvidado, ¿y vosotros sois los macho men? - se apoyó en el telescopio-, pues de macho no tenéis nada.
-¿Qué es para ti un macho? - le preguntó Eric.
-Un hombre que se responsabiliza de principio a fin.
-¿A fin...? - repetí.
Austin asintió y volvió a sonreír, más feliz que un niño con una piruleta en la mano.

lunes, 6 de septiembre de 2010

Capítulo 4: UR Man (Parte 3)

Canción: Empire State of mind - Alicia Keys ft. Jay z

Austin:
-El miedo te está haciendo perder los papeles, para de dar saltitos – le dije-. Ya llamo a alguien, cálmate.
-¡O salgo de aquí o mi madre me mata!
Metí mi mano en todos mis bolsillos, pero ni rastro de mi móvil.
-¿Dónde demonios te has metido? – dije hablando conmigo mismo.
-¿No llevas el móvil encima? – Sam paró de saltar.
-¿Y tú?
-Yo… no tengo… - contestó agachando la cabeza.
-¡Todo el mundo tiene móvil en el siglo XXI! – le contesté.
-¡Todos menos yo!
-Aish… encerrados por tu culpa- le reproché.
-¡¿Mi culpa?! – bufó-. Si tenías frío, te fueras para casa, ¿eres una estatua?
-Estaba harto, en mi vida he esperado a alguien- tiré de la puerta intentando abrirla, pero era imposible. La miré-. ¿Ahora que hacemos?
No contestó, pegó las narices en la puerta y se puso a gritar:
-¡Señor! ¿Hay alguien ahí?
Definitivamente, se había vuelto loca.
-Pero, ¿qué haces? – pregunté.
Otra vez, volvió a ignorarme. Se acercó al teleférico, abrió las puertas y entró. La imité y cerré las puertas de vuelta.
-Brr… qué frío –dijo mientras se sentaba en el suelo.
Yo también lo hice, pero me acurruqué en mi chaqueta. Empecé a toser.
-Lo siento… -susurró.
-¿Qué?
-Digo que lo siento, al fin y al cabo es culpa mía.
-Al menos lo reconoces.
-¡¿Y qué?! ¿Por qué eres un ricachón tan prepotente? Te has quedado cuatro horas bajo el frío y la nieve. ¿No te echan de menos esos que trabajan para ti? Tus asesores, tu guardaespaldas, tu chófer… ¿Dónde está esa gente?
-Me los he sacado de encima, quería ver que se siente al ser un plebeyo como tú.
-Siempre tomando el camino más difícil.
-Oye, mala hierba – la miré temblando, me dolía un montón la cabeza-. ¿Puedo ser sincero contigo?
Me acerqué lentamente hacia ella. Sam puso las manos delante de su cara:
-Ey, lo que quieras decirme, me lo dices desde ahí…
-Creo que… - y me desmayé apoyando la cabeza en su cuello.

Samantha:
-Este tío no deja escapar ni una – dije lanzándole una indirecta, pero no se movió ni un centímetro-. ¡Pervertido! ¿No puedes guardar la compostura en un momento así? Apártate – seguía tan dormido que ni me había escuchado-. Quítate de encima… ¡Austin!
Saqué cómo pude un bolígrafo de mi mochila, sino se apartaba, se lo clavaría.
-Oye, cómo no te apartes, te juro que te vas a arrepentir. Uno, dos, tres, ¡ya! – hice el amago de clavárselo, pero nada-. ¡Ya!
Tiré el bolígrafo al suelo y empujé a Austin. Se golpeó contra una barra y empezó a toser de vuelta. Lo miré, tenía las mejillas acaloradas y titiritaba. Le llevé mi mano a su frente, y ardía. Por mi culpa.
-Austin, ¿te encuentras bien? – pregunté preocupada.
-No… tengo frío… - contestó a duras penas.
-Cierto, tienes mucha fiebre. Sería raro que no pillaras un buen catarro.
Rebusqué de vuelta en mi mochila y encontré una toalla y una chaqueta larga de lana que habíamos comprado en las rebajas. Le cubrí la cabeza con la toalla.
-¿Qué haces…?
-Mi madre dice que si te tapas la cabeza entras en calor – luego tapé su cuerpo con la chaqueta-. ¿O quieres morirte?
Negó con la cabeza asustado.

Austin:
Desperté en la mitad de la noche, la fiebre me había bajado. Levanté la cabeza, la tenía apoyada en el hombro de Sam, y ella seguía durmiendo, apoyada contra la pared.  Cogí un bolígrafo que había tirado en el suelo, luego me quité la chaqueta de lana y tapé con ella a Sam. Cielos, ¿cómo alguien como ella podía parecer un ángel durmiendo? Sonreí, no tenía ganas de dormir. Me giré, destapé el bolígrafo y con cuidado de no despertarla escribí en  una esquina del teleférico: Austin y Sam, primera noche juntos.
Volví a despertar al día siguiente, con el ruído de las puertas al abrirse. Sam también despertó. Un hombre nos miraba alucinando. Salimos lo más rápido que pudimos. Por suerte allí estaba Peter, con una limusina negra. Miré a Sam:
-Sube, te llevo a casa.
-No quiero, tengo que pensar alguna excusa para mi madre. Cogeré el bus.
-¿Te enseño yo? ¿Algunas excusas? – me acerqué a su oreja y le susurré-. Diles que cómo hemos pasado la noche juntos… me haré cargo de todo.
Samantha:
¿Decirle qué a mis padres? Le dí otra patada en la espinilla, y Austin volvió a dar saltitos mientras gritaba de dolor:
-¡Ay! ¡¿Estás loca?!
Me despedí de Peter, y lo dejé allí dando saltitos. Eché a correr a la estación de bus y tomé uno a mi casa. Abrí la puerta temblorosa, la que se me venía encima… Al entrar en el salón me dejé caer de rodillas:
-¡Lo siento mucho! ¡No volverá a ocurrir! Sé que es un error imperdonable…
Entonces se escuchó un “bum” y serpentinas empezaron a caer del techo. Mamá, papá y Frankie me miraban con una enorme sonrisa.
-¿Un error imperdonable? – preguntó mamá-. ¿A quién has salvado?
-Nada menos que al heredero del Grupo Mcklaine – respondió Frankie.
-¿Y quién es el Grupo Mcklaine? – repitió mamá.
-La compañía más importante de América – contestó papá-. Salvar a ese chico es como salvar la economía del país. ¿Cómo va a ser eso un error imperdonable?
-Hermanita, aún por encima nos mandó todo esto.
Frankie señaló un montón de bolsas de ropa cara que había en el salón.
-¿Cómo os habéis enterado?
-¿Cómo va a ser? El señorito… - dijo mamá-. No, ¿cómo se llamaba el señorito?
-Austin, mamá. Es Austin – respondió Frankie.
-Eso, Austin dijo que no te castigáramos porque estuviste toda la noche con él.  Y ha mandado todo esto para disculparse.
-Además de ser rico, es todo un caballero y tiene modales – papá sonrió-. Ha sido tan emotivo, que a tu madre le saltaron las lágrimas.
Locos, estaban todos locos. ¿Austin un caballero con modales? ¡Ni en pesadillas era un caballero y menos con modales! Los dejé a todos hablando de las falsas maravillas de Austin y entré en mi habitación para cambiarme de ropa e ir a la escuela.

viernes, 3 de septiembre de 2010

Capítulo 4: UR Man (Parte 2)

 Canión: Promise - A.N.Jell


Samantha:
Día nuevo en la escuela. Hora de la comida. Chelsea y yo compartíamos comida, ella probaba la receta casera de mi madre y yo el menú caro de la escuela.
De repente se empezaron a escuchar gritos. Y apareció Austin, miró para todas partes buscando algo. En cuánto me vio se acercó dónde yo estaba:
-Hoy a las 4. Frente el Empire State.
No contesté, tenía la boca llena y no sabía de que leches me estaba hablando.
-Como llegues tarde, te juro que te mato – y se fue.
Toda la gente empezó a cuchichear. Muchos me señalaban, pero los ignoré a todos.
-¿Vas a ir? – preguntó Chelsea.
-¿A dónde?
-A tu cita con… Austin.
-¡Claro que no! Ni siquiera le he dado una respuesta.
-Pero dijo que cómo llegaras tarde, te mataba.
-Lo sé, pero no llegaré tarde. Directamente no apareceré.

Por la tarde acompañé a mi madre a las rebajas. En cuanto llegamos al centro comercial, ya había una larga cola de espera.
-Bien hija, si lo de la otra vez fue una guerra civil esto será…
-¡Una guerra mundial!
Abrieron las puertas y corrimos al interior intentando coger la mayor cantidad de cosas. Recibí puñetazos, arañazos… pero valía la pena. Cuándo salimos ya era de noche. La nieve empezaba a caer de vuelta. Miré el reloj que había en medio de la calle. Eran las 8. Recordé las palabras de Austin: Hoy a las 4. Frente el Empire State.
Como llegues tarde, te juro que te mato. Imposible, seguramente y no estuviera esperando, pero algo me intranquilizaba.
-Mamá, ¿crees que alguien estaría esperando desde las cuatro de la tarde, bajo la nieve y este frío cuando dije que no iba a ir?
-Claro que no -contestó sin parar ni siquiera a pensarlo-, al menos de que...
-¿De que...?
-De que estea chalado.
-Oh, tienes razón - murmuré.
Seguimos caminando, pero entonces me paré en seco.
-Pero él... está chalado- susurré.
-¿Eh? - mi madre me miró como si estuviese loca-. ¿Qué murmuras?
Dejé las bolsas de la compra en el suelo y la miré.
-Mamá, tengo algo que hacer. ¡Vengo ahora! - dije mientras empezaba a correr hacia el Empire State.
Al llegar, abrí el paraguas para resguardarme de la nieve, y miré por todos lados buscándole.
Cuando me iba a rendir, y dado la vuelta para irme, le vi.
Estaba acurrucado en un banco, con el pelo lleno de nieve, la chaqueta abrochada hasta la boca y las manos en los bolsillos. Me acerqué a él, pero no me reconoció. Por lo visto, no me reconocía, así que le tapé con el paraguas. Alzó la mirada hacia mí, y me gritó:
-¡¿Dónde coño estabas?!
-Perdona, pero nunca te dije que vendría.
-Tampoco dijiste que no vendrías -me replicó.
-Bueno... vine porque tenía la pequeña intuición de que estarías esperando y... ¡¿es que tú no tienes nada más que hacer que pasarte cuatro horas esperando con el frío que hace?!
-Da igual, ya estás aquí, así que...
-Venga, levanta, vamos a tomar algo caliente que estás que echas vapor por todos los poros de tu cuerpo.
Se me quedó mirando mientras titiritaba. Le tendí mi mano ayudándole a levantarse. Pero se cayó encima de mí. Apoyando su barbilla en mi hombro. Yo flipaba en colores:

-¡Oye, tú! ¡O te separas de mí...!
Como no se inmutaba, le propiné una patada en la espinilla. Se apartó inmediatamente y empezó a dar saltitos:
-¡¿Qué haces, gilipollas?! ¡¿Te crees que soy un maldito balón de fútbol?!
-Venga, andando -dije mientras empezaba a caminar a la cafetería más cercana.

Austin:
La seguí hasta una cafetería y al entrar, me sacudí el abrigo de nieve. Sam fue a una máquina extraña, sacó dos cafés y me tendió uno. Yo lo cogí y lo miré con asco.
-Joder, además de gángster eres timadora- exclamé-. ¿Crees que voy a beber esta mierda?
-Es un café de 5$, ¿quieres saber porqué vale tanto? Sígueme.
Lo probé, bueno, no estaba tan mal...
Sam subió unas escaleras, yo la seguía como un perro, hasta llegar a la azotea. A la derecha había un balcón y a la derecha un teleférico para ver la ciudad desde las alturas. Me llevó al balcón, y lo que vi me dejó maravillado. La ciudad lucía a nuestros pies, brillando con vivos colores.

-Es como ver la ciudad desde la Estatua de la Libertad, sólo que sin pagar la entrada - me explicó-.Entonces esta vista vale 15$.
-Así que los ricos sabéis calcular estas cosas...-murmuró ofensamente sorprendida.
-Claro, si fuéramos ignorantes no seríamos ricos.
Por primera vez me sonrió, y miró al cielo señalándolo con el dedo:
-¡Mira cuantas estrellas! -exclamó. Bufé.
-No son estrellas, idiota, son satélites.
-¡¿Cómo van a ser satélites?! ¡Son estrellas!
-¡Satélites!
-¡Estrellas, gilipollas!
-¡Idiota!
-¡Imbécil!
-¡Niña tonta!
-¡Cabronazo de mierda!
Y de repente las luces se apagaron. Sam y yo dejamos nuestra discusión. Nos miramos entre sí y luego a la puerta. Fuimos hacia ella, aunque Sam lo hizo corriendo. Intentó abrirla, pero estaba cerrada con candado.
-¡No abre! -gritó.
-¿Cómo no va a abrir? -lo intenté, pero no cedía.
Sam empezó a saltar y a gritar como una posesa.
-¡¡Ah!! ¡Mi madre me mata! ¡Señor, por Dios, ven y abre esta jodida puerta!

*Chiicas, llevo varios días viendo mucha incertidumbre sobre lo que va a pasar en cuanto empiecen las clases en España (de mdonde somos nosotras). No problem, seguriemos publicando, a lo mejor en vez de hacerlo entre semana, lo haremos solo los fines de semana, pero no dejaremos que nuestro blog muera :)
Oh, aprovecho para hacer publicidad de un blog (¿Habeis escuchado la canción de hoy? ¡Hacedlo! Tiene mucho que ver con ese blog) Se llama You're Beautiful y es una adaptación de un drama, como este blog. Os animos a todos los que esteis leyendo esto a pasaros, 100% recomendable, está basado en uno de los mejores dramas que os podáis encontrar.
You're Beautiful (http://youare-beautifull.blogspot.com/) No os arrepentireis de leerlo, seguirlo y comentadle si puede ser :)

jueves, 2 de septiembre de 2010

Capítulo 4: UR Man (Parte 1)

 Canción: Lady Gaga - Alejandro


Samantha:
Lo había hecho. Había acompañado al F4 al aeropuerto para despedir a Mackensie. Faltaba Jack. Aún así lo esperábamos sentados en unos sillones del gran aeropuerto en completo silencio.
-Qué karma más sombría – se quejó Austin, me miró-. Fastidias toda la luz que irradia el F4, pareces un agujero negro.
-Austin… ¿puedo preguntarte algo?
-¿No me lo preguntarás aunque diga que no? Compórtate como siempre, no pareces tú.
-¿Reprimir tus emociones y no expresarlas… por el bien de la persona que te gusta es hacer lo correcto?
Leo y Eric se me quedaron mirando desconcertados, como si haberle hecho aquella pregunta a Austin fuera pecado.
-¿Correcto? – Austin lanzó una carcajada-. ¡Correcto mis cojones! ¿Eso es que te gusta alguien? Si el mundo se fuera al carajo mañana probablemente serías la primera en palmarla, y de arrepentimiento.
-¡Austin! Puede… que no seas tan estúpido.
-¿Y ahora te das cuenta? – se cruzó de brazos orgulloso-. Más vale lamentarse por hacer algo, que lamentarse por no hacer nada, ésa es mi filosofía.
-Parece que Jack al final no vendrá – Leo miró su reloj-. Creo que deberíamos ir ya a despedir a Mackensie.
Todos nos levantamos y nos acercamos a la zona de despedidas. Mackensie nos estaba esperando:
-Sed buenos, chicos – dijo con una enorme sonrisa-. Y no os metáis en líos.
Primero se acercó a Eric y se fundieron en un abrazo.
-Adiós, iremos a visitarte- prometió Eric.
-No vengas de visita, ven de exposición con tus obras de arte, ¿de acuerdo?
Eric sonrió. Mackensie se acercó a Leo, y volvió a dar otro abrazo.
-Cuídate – Leo cerró el puño y se dio unos golpes en el pecho. Mackensie sonrió.
-Ser tan dulce es tu enfermedad. Si tratas a las chicas tan bien, dejarás cicatrices muy profundas, Casanova.
Ambos rieron. Mackenie pasó a Austin, que estaba tieso cómo un árbol.
-¿De verdad quieres ser abogada o currar en una ONG de mierda, hermanita? – le soltó todo fresco-. No logro entender a las mujeres.
-Hacía al menos diez años que no me llamabas hermanita.
-Lo cierto es que es bastante valiente lo tuyo, así que he decidido aceptarte como mi hermana, ¿alguna queja?
Mackensie volvió a sonreír y se acercó a mí. Me abrazó fuertemente.
-Sam, por favor, no olvides lo que te pedí, ¿vale?
-Cuídate mucho- respondí.
-Bueno, ya me voy. Cuidaros, chicos.
-Tira. Y cuídate tú también- contestó Austin por todos nosotros.
Mackensie miró a todo el alrededor, estaba claro que buscaba a Jack, pero él no se había dignado aparecer. Ella volvió a sonreír intentando disimular su decepción y emprendió su camino a Francia.

Austin:
-Qué tipo tan mezquino – dijo Leo mientras caminábamos hacia la salida del aeropuerto-. ¿Cómo pudo no venir?
-¿No os lo dije? –respondí-. La gente cree que tengo una personalidad cruel, pero lo cierto es que el más cruel aquí es Jack.
-Parece muy tranquilo, pero cuando se le cruzan los cables da miedo –continuó Eric.
-¿No os estáis pasando un poco?
Todos nos giramos al escuchar aquella voz. Y allí estaba Jack, con una sonrisa de lado a lado.
-Tú… - exclamó Leo.
-¿Cuándo has llegado? – preguntó Eric.
-Pues… hace tres horas.
-¿Estabas aquí antes que nosotros y no te has dignado a darnos un toque? – dijo Eric divertido.
Sam, que estaba de pie a mi lado y sin poder decir ni una sola palabra, me empujó para hacerse paso y se puso ante las narices de Jack. Lo miraba realmente enfada, y sin pensárselo, le soltó una reprimenda:
-¿Qué estás haciendo? ¿Eres alguien que se conforma con esto? ¡Ve tras ella! Si ella no puede estar a tu lado, estate tú al suyo. Dijiste que te gustaba, ¿o es que tu amor se basa en observarla tras una columna? ¿Aún te crees con el derecho de decir que la amas?
Jack sonrió, metió la mano en su bolsillo y sacó un billete de vuelo. Sam palideció al instante.
-Son para el siguiente vuelo, me voy con Mackensie. Y ya he facturado mi equipaje.
-¡Jack! – exclamé.
-Capullo – Eric rió-, tienes talento para las sorpresas.
-¿De dónde has sacado el valor para dar semejante paso? – preguntó Leo incrédulo.
-Todo… - agarró a Sam de los hombros y la volvió hacia nosotros-. Gracias a ésta señorita de aquí.
-Capullo… - Eric se acercó a Jack y se colgó de su cuello.
Leo y yo nos cercamos y empezamos a despeinarlo entre risas. Miré hacia Sam, todavía seguía en shock. Le sonreí amablemente, e increíblemente me devolvió la sonrisa sin ningún reparo.
Nos acercamos a la zona de despedidas. Jack se acercó a Sam:
-Gracias, gracias a ti me di cuenta de que tenía que enfrentarme a las cosas. Me has enseñado a tener el coraje de aferrarme a ella, me alegro de haberte conocido.
Se acercó a Sam y le plantó un beso en la frente. Sam cerró los ojos. Y a mí me entró un ramalazo de celos.
-Me voy – se despidió con la mano y emprendió el mismo camino que Mackensie unos minutos antes.
Leo y Eric se montaron en sus respectivos coches y se fueron. San y yo nos quedamos en el parking, apoyados sobre mi coche y esperando a que el avión despegara. Compré dos cafés y le di uno a ella, que aceptó sin poner ni siquiera mala cara. Apoyé mi café en el techo del coche y me puse delante de Sam, apoyando mis manos sobre el techo y quedando ella entre mi cuerpo y el coche. Acerque su cara a la mía.

Samantha:
¿Se estaba volviendo loco? Imposible, ¿se podía estar más loco de lo que Austin ya estaba? Tener su cara tan cerca de la mía me ponía nerviosa. Levanté mi café y lo puse entre nuestras caras, cómo si fuera una barrera.
-Samantha Gilbert- dijo demasiado serio.
Tragué saliva.
-¿Qué… qué quieres ahora?
-Escúchame atentamente. Sólo lo diré una vez, así que escúchame con atención…
Asentí. Austin tomó aire:
-Sam, tú y yo…
Pasó un avión tan, tan cerca, que no pude escuchar ni mu de lo que Austin me había dicho. Se apartó de encima de mí, cogió su café y lanzó una sonrisa, como si se sintiera orgulloso de lo que acababa de hacer. El problema era, ¿qué había dicho? Se acercó a la puerta del conductor:
-¿No vas a subir?