viernes, 29 de abril de 2011

Capítulo 9: ¿Lo Sabías? (Parte 1)



Austin:
-¡Estás haciendo mucho ruido!- susurraba una molesta voz que no me permitía dormir tranquilo-. ¡Cállate!
Me tapé la cabeza con las mantas, pero los susurros y golpes continuaban.
-¡Mmm! ¡Está delicioso!
-¡No te lo comas!
-Peter...- me quejé llamando por el mayordomo-. ¿Por qué hay tanto ruido?
-¡Es hora de que se levante!- continuaron las voces-. ¿Qué hago?
-¡¡Peter!!- grité cabreado destapándome y abriendo al fin los ojos.
Ya no lo recordaba, había dormido en casa de Sam.
Me levanté y caminé por el pequeño salón hasta llegar a la cocina donde la familia al completo me esperaba para desayunar.
-¿Dormiste bien?- me preguntó la madre haciéndome sentar a la mesa-. ¡No hay mucho en la mesa, pero espero que comas bastante, yerno!
El padre llenó mi taza con leche caliente:
-Bébelo rápidamente... mientras está caliente. Cariño, dale unas tostadas al chico.
-Oh, sí, sí- la mujer untó mantequilla y mermelada y prácticamente me lo metió en la boca-. Tienes que comer de esto también. Espero que te guste.
-Sabe muy bien- me pronuncié para que dejara de llenarme la boca de comida.
Pero no pilló la indirecta. Intenté tragar, pero empecé a toser con fuerza. Me miraron alarmados:
-Qué... ¿Estás bien?- dijo el hombre.
-¡Yerno, toma!
Con la mano le impedí que siguiera alimentándome.
-Cuñado, ¿no puedes vivir con nosotros a partir de ahora?- preguntó Frankie.
-Chist... ¡Este chico!- le regañó Sam.
-¡No comemos toda esta comida ni siquiera en las fiestas! ¡Nunca he visto la mesa así en nuestra casa!- el padre le tapó la boca y sonrió nervioso-. Mmmm...

También era día en la gran mansión Mcklaine. Ashley desayunaba en la gran mesa, rodeada por todos los sirvientes cuando la Presidenta hizo acto de presencia y se sentó en la mesa:
-¿Dónde está Austin?
-Todavía está durmiendo, señora- anunció Peter.
-Dile que baje.
-Déjalo tranquilo- Ashley miró fijamente a su madre-. Ayer estuvo con sus amigos
del F4 hasta muy tarde.
-No puedo creer que todavía ande con esos chicos.
-¿Qué pasa con esos chicos?- preguntó Ashley visiblemente molesta-. ¿No sabes lo bueno que es para Austin tener amigos como ellos?
-Para el heredero del Grupo Mcklaine, no
existen los amigos, no son necesarios.
-Mamá...
-Nadie se atreverá a competir contra él y debe ser lo suficientemente frío para cortar con su familia si fuera necesario. ¿Todavía no has entendido eso?
-Creo que sería mejor dormir en vez de intentar comprender eso.
-¿Qué has dicho…- la Presidenta se cruzó de brazos sobre la mesa-. ¿Ni siquiera voy a poder desayunar con mis hijos?
-Ahora, ¿ es nuestra culpa?
-Tráelo aquí- ordenó la Presidenta a Peter-. Mejor no, iré yo a buscarlo.
La Presidenta se levantó de la mesa a la vez que Ashley se llevaba las manos a la cabeza, ¿de que había servido cubrir a su hermanito si su madre lo iba a descubrir?
-¿Dónde está mi hijo?- se escuchaban los gritos de la Presidenta por toda la casa-. ¡Estoy preguntándote por qué no veo a Austin!

Samantha:
-¿Conservas?- preguntó Austin al ver la caja de atún congelado que mi padre había sacado del congelador-. ¿Estáis diciendo que vosotros cuatro vais a comeros todo esto? ¿Cuántos kilos hay ahí?
-¡No, Austin!- exclamó Frankie-. Es nuestra reserva para comer.
-Los precios han aumentado, así que esto- explicó mamá-, es mucho menos de lo
que solíamos hacer antes.
Así empezamos los cuatro a trabajar, cuando más tarde se nos unió Austin.
-¡Toma, yerno! Prueba y di como sabe- mamá le dio a probar a Austin.
-Madre... ¡delicioso!- y puso los pulgares hacia arriba en señal de aprobación.

Austin:
Estaba orgulloso de mí mismo, por primera vez en mi vida había hecho algo de provecho.
Tras acabar las conservas, Sam se fue a trabajar a la bocatería y sus padres me invitaron a la sauna donde trabajaba la madre de Sam limpiando, no es que fuera una gran cosa- claro estaba en que era una sauna barata-pero algo es algo.
-¡Cariño, estamos aquí!- anunció el hombre.
-¡Cállate! Cariño, nuestro yerno tiene la piel sensible...- la mujer me sonrió-, así que no seas muy bruto con él, ¿sí?
-¡No te preocupes!
-¡Yerno!- me llamó la madre-. Prepararé un vaso de café con leche, ¿está bien?
Después de la sauna, fui con Frankie y el padre a dar una vuelta.
-¡Hot dogs!- exclamó el pequeñajo al ver el puesto callejero.
-¡Señor, denos seis!- pidió el padre-. Dos para cada uno.
-¡Toma!- Frankie me entregó el primero-. Está bueno.
No puse muy buena cara, nunca en mi vida había comido algún tipo de comida basura.
Le di un pequeño mordisco:
-¡Por supuesto que está bueno! ¡Está muy bueno, de verdad! Puedo comer más, ¿verdad?
-¡Por supuesto, come todo lo que quieras! Todo lo que quieras, come todo lo que quieras.
Y me comí sobre 15 hot dogs.
Por la noche regresé a mi casa, estaba realmente agotado, pero a la vez feliz.

Leo:
Austin daba miedo, mucho miedo. Estaba acostumbrado al Austin con mala babilla, el que se sentaba delante de la televisión para jugar a la play. Pero en cambio, sonreía continuamente, y estaba sentado con la tv apagada.
-¿Qué le pasa a éste?- pregunté extrañado-. ¿Comió algo extraño en casa de Sam?
-Austin, ¿de verdad que pasaste el día entero en casa de Sam?- preguntó Eric.
-Tíos, ¿algunas vez habéis hecho conservas?
-¿Qué?- Eric y yo nos miramos.
-No, ¿verdad? ¿Entonces ni siquiera habéis entrado  en un baño público?
-¿De qué estás hablando?-  susurré.
-Nunca habéis comido Hot dogs en un puesto callejero, ¿verdad?-se levantó del sillón-. ¿Conocéis algo de la vida?
Y salió andando de la sala privada.
-Era mejor cuando no sabía expresarse- explicó Eric.
-Sam, da más miedo que la bruja de los cuentos- me pronuncié-. Es extraño.

sábado, 16 de abril de 2011

Capítulo 8: Porque soy Estúpido (Parte 6 - Final)

Samantha:
-¿Qué ha pasado?- pregunte alarmada.
Mi familia estaba sentada en la mesa de la cocina cenando. Lo extraño es que cenaban lo mismo que yo había tomado en el restaurante.
-¡Sam!- exclamó Frankie con la boca aún llena-. ¡Mira qué manjar! Estoy comiendo anguila, que dá mucha energía.
-¿De dónde habéis sacado todo esto?
-Es tan obvio. ¿Por qué preguntas cada vez que lo ves?- me contestó mamá.
-Dijeron que Austin lo había pedido para nosotros-dijo Frankie-. El mismo chef del hotel lo trajo.
-Trajo un atún enorme y lo preparó aquí mismo- papá señaló nuestra pequeña cocina-. Descubrí que era un atún porque él me dijo. ¡Al principio creí que era una ballena! Después de comer esto, ya puedo morir tranquilo.
-Come, querido. Come mucho.
-¡Comamos y muramos!- Frankie alzó el tenedor en lo alto.
Los dejé tranquilos cenando y entré en mi habitación. Me quité el abrigo dejándolo caer al suelo y me tumbé en mi cama panza arriba.
Menudo susto... yo había pensado en algo grave y sólo se trataba de una asombrosa cena. Qué familia tan rara... Cierto, pero estaba orgullosa de ser parte de mi familia.
El teléfono empezó a sonar, me levanté de cama y rebusqué en los bolsillos del abrigo. Era un mensaje:
"Deja a tu familia cenar feliz.
Te aviso porque estoy seguro de que debes de estar muy cabreada.
Pero... no es para ti.
¡No comas ni siquiera un cachito!
Austin."
Al día siguiente, en la bocatería me senté en una de las mesas mientras Selena y Mike charlaban animadamente. Había muy poca gente, así que el trabajo era poco.
-Así que estaba caminando... y luego alguien por detrás me tocó el hombro.
-Oh Dios, oh Dios. ¿Y entonces, y entonces?- preguntó Mike impaciente.
-¿Quieres ir al cine conmigo?- Selena imitó una voz masculina.
-¡Eso es tan cursi!
-Yaa...- Selena fijó su atención en mí, aún no había dicho ni una palabra-. ¿Sam, va algo mal?
Negué con la cabeza.
Mi móvil empezó a sonar en el bolsillo de mi pantalón. Austin estaba llamando.
Me quedé congelada observando la pantalla. ¿Contestaba? ¿No contestaba?
-¿Hola? ¿Oh, Austin? No puedo oírte muy bien. Estoy la bocatería y estoy súper ocupada, hay muchos clientes. Disculpe, ¿puede tomarme nota?- dije fingiendo la voz de otra persona-. Sí, ahora mismo voy. ¿Escuchaste eso? Estoy tan ocupada que creo que tendré que trabajar toda la noche... así que no creo que podamos quedar. Disculpa, disculpa, disculpa, disculpa- y colgué.
Mike y Selena quedaron alucinados y revisaron todo el local con la vista.
-¿Sam, de qué bocatería estás hablando?- cuestionó Selena-. Esto está bastante vacío.
-Disculpe, ¿podría traernos otra botella de agua?
-Sí, un momento por favor- contesté a la clienta.

Jack:
Eran las 6 de la tarde, todavía era de día para estar en invierno. Había tenido que ir a la escuela por la tarde a unos recados. Antes de irme, probé suerte con la piscina, quizás podría encontrar a Sam, y no fallé.
Salimos juntos a los jardines, y le ofrecí un café:
-Gracias. Está calentito- frotó sus manos contra el vaso de papel.
-¿Ahora también entrenas por las tardes?
-Sólo porque quiero.
-No parecía que fuera porque quieres.
-Me siento como nueva tras hacer ejercicio.
-¿Hay algo que te incomoda?- pregunté.
-¿Cómo te va a tí, Jack?- contestó intentando ignorar mi pregunta-. ¿Qué haces en el colegio?
-Dejé unas partituras y...- mi telefono empezó a sonar, miré el número en la pantalla y conteste-. Dime, Austin. ¿Yo? Estoy en el colegio. Estoy con Sa...
Al escuchar su nombre, Sam empezó a hacer gestos extraños para que no dijese nada sobre su presencia.
-Vale, entonces te espero aquí- guardé el teléfono-. Austin dice que está de camino. Si esperas un rato, podrás verlo.
-Oh, que bien...
-¿Pero por qué...?
-Estoy muy ocupada, tengo que irme a casa rápido. Lo olvidé completamente- me devolvió el café, no había probado ni un sorbo-. Gracias por la bebida. ¡Adiós!

Y desapareció corriendo ante mi vista. Me quedé anonadado, que manera tan extraña de comportarse.
-¿Qué? ¿Estabas con alguien?- dijo Austin a modo de saludo.
-¿Huh? No- contesté todavía algo atontado.
Austin tomó uno de los cafés, justamente el de Sam, y le dio un sorbo:
-Está frío- añadió.

Samantha:
-¡Qué buena pinta!- exclamó Frankie al ver el menú que un cocinero explicaba por televisión.
-Es una catástrofe... arruinamos nuestro
paladar al comer sólo exquisiteces- comentó mamá-. ¿Por qué comimos todo ayer y no guardamos nada para cenar hoy?
-Hermanita, ¿vas a tener una cita pronto?
-Tienes razón- apoyó papá-. Podría ir a un restaurante chino, ¡comer con palillos!
-Mejor a un italiano. Un lujoso europeo con muchos platos.
-¡Bien dicho, mamá! Y comer de esos caracoles... ¿cómo se llaman?- Frankie se rasco la cabeza intentando sacar ideas.
-Escarrrrrgot.
-Eso es francés, no italiano- les informé.
Entonces el timbre sono con fuerza. Frankie se levantó y corrio a abrir la puerta. Volvio a cerrarla y se acercó a nosotros con los ojos abiertos como platos.
-¿Quién es? ¿Quién es?- pregunté curiosa.
-Si vienen a cobrar una factura, diles que tus padres no están en casa- le dijo mamá.
-El...- titubeó mi hermano.
-¿El repartidor? ¿Cuántas veces os digo que sale más barata hacer pizza en casa? - nos regañó papá.
-A... A...
-Si son los caseros, diles que tus padres han muerto- dijo mamá.
-¡Austin! ¡Austin, el cuñado!- exclamó Frankie.
-¿Qué? ¿Mmmmcklaine...?- papá se levantó corriendo y abrió la puerta-. Señorito.
El resto nos asomamos detrás de papá. Austin temblaba de frío.
-¿Puedo entrar?
Lo arrastraron al interior y lo obligaron a semtarse sobre nuestro sofá. Mamá, papá y Frankie se sentaron en el suelo enfrente suya.
-¿Qué estás haciendo aquí tan tarde por la noche?- le pregunté.
-¿Qué quieres decir con tarde?- intervino mi madre-. Sólo son las 10, todavía es temprano aunque sea de noche.
-Padre- Austin miró con respecto a mi padre.
-Padre. ¿Escuchaste? Él me llamó padre.
-Y Madre- Austin hizo lo mismo con mamá-. Por favor dejadme dormir aquí esta noche.
-¿Qué? ¿Se te ha ido la pinza?- exclamé-. ¿Por qué dormirías aquí cuando tienes un casa preciosa? ¿Y con permiso de quién?
-El permiso del Padre- papá se golpeó el pecho.
-Y el permiso de la Madre.
Austin levantó la cabeza orgulloso y sonrió.
-¡Mamá!
-Por supuesto que puede dormir aquí. Es muy tarde, ya pasan de las 10. ¿Dónde va a ir tan tarde?
-Austin, duerme conmigo- Frankie estaba emocionado.
-¡No! Cariño, préstale un pijama al señorito- dijo mamá-. Sam, ayúdame a preparar todo.
Y así hicimos, apartamos el sofá a un lado y colocamos mantas sobre el suelo para dormir.
Al rato, Austin regresó con un pijama de papá vestido.
-Te queda corto- susurró Frankie-. ¡Está perfecto!
-Es mi palabra... cualquier cosa que use, le sienta estupendo- le alabó mamá, Austin sonrió con orgullo-. Es un modelo completo.
 -¿No crees que este estilo se convertirá en una moda?- Frankie remangó su pijama para que le quedase corto-. ¡Como tú, Austin! Sólo me falta ser alto y tener un cabello tan chachi como el tuyo.
-Todo está listo- anunció mamá.
-¿Listo? ¿Listo para qué?- crucé los brazos con fastidio.
-¡Tarán!
-¡Cariño! ¡Esas mantas!- papá tomó a mamá por la cintura-. Nuestra primera noche juntos durante nuestra luna de miel.
Dormirnos juntos en esas mantas.
Austin se rio, yo me puse roja como un tomate.
Luego nos tumbamos todos a dormir, mamá, yo, Frankie, Austin y papá.

Todos se durmieron rápidamente, excepto Austin y yo:
-Austin. ¿Era necesario hacer esto?
-Vine aquí sin pensar... pero se ha vuelto muy divertido.
-¿Qué?
-¿Cómo puede la sala principal ser más pequeña que mi cuarto de baño?
-Porque tu cuarto de baño no es normal- respondí entre dientes.
-Qué es más divertido que cinco personas duerman juntos así.
-¿Te divierte esto?
-¿Entonces no lo es?
-Bien, pues sigue divirtiéndote. Espero que no te arrepientas.
-¿Qué, arrepentirme? Es como una experiencia en un campo de refugiados... siento que he ganado 10.000 puntos.
-Voy a dormir. Si me hablas, estás muerto- cerré los ojos para poder dormir.
-¿No parecemos una familia, ya que estamos durmiendo juntitos bajo la misma manta? Hey, lavandera. ¿Estás durmiendo? Joder, ¿ya estás sobando? ¡Hey, Lavandera!
-¡Lavandera! ¡Lavandería Gilbert está aquí!- exclamó papá entre sueños.
-Caracoles, nido de pájaros...- Frankie se abrazó a Austin-. Mamá.
Austin intentó guitárselo de encima, pero papá también lo abrazó:
-Cariño...
Me reí para mis adentros al ver la cara de Austin al verse acorralado. Genial, ahora sí que era divertido. Y mucho.




viernes, 8 de abril de 2011

Capítulo 8: Porque soy Estúpido (Parte 5)


Samantha:
Sábado por la tarde. Tras haber terminado mis deberes, había salido a dar una vuelta por el vecindario. Hacía mucho frío, y la nieve cubría todo de blanco.
Mientras caminaba, sentía como si alguien siguiera mis pasos. Me giré descaradamente y cuatro hombres con traje negro se pusieron a silbar, haciéndose el loco.
-Uno, dos, tres, cuatro- dije en alto intentando disimular-. Cinco, seis, siete, ocho... ¡Adiós!
Empecé a correr lo más rápido que pude y aquellos hombres me siguieron. Entonces, una limusina negra aparcó en medio de la calle cortándome el paso. La puerta trasera se abrió y salió...
-¿Aus... tin?
-¿Qué haces por este vecindario y a estas horas?- me preguntó-. El suelo resbala, deberías estar en casa. ¿Por qué estás corriendo?
-Estoy haciendo ejercicio.
-Ejercicio en la calle, eso demuestra lo pobre que eres- abrió la puerta de la limusina-. Entra.
-¿Por qué?
-Dijiste que estabas haciendo ejercicio.
-Sí, y seguiré con lo mío. Adiós Austin- y empecé a correr de vuelta.
-¡Hey! ¡Quieta!- gritó Austin-. ¡Samantha ven aquí!
Así empezó una extraña persecución, yo a la cabeza, Austin detrás gritando mi nombre y tras Austin... su limusina.
-¡Ve a por ella! ¡Yo no me pierdo!- gritó Austin al chófer.
El coche tomó velocidad y nos adelantó volviendo a parar ante mí para cortarme el paso. Austin llegó con la cara roja y me agarró por la chaqueta.
-Entra- dijo jadeando-. Vamos entra.
-¡No quiero!
-Que entres he dicho, vamos a hacer ejercicio a mí manera.

Austin:
-Tengo frío, odio esta ropa- Sam no paraba de quejarse-. ¿Por qué tengo que vestirme de esta forma?
-Vamos a jugar al golf- le expliqué.
Montamos en el carrogolf y llegamos al campo de golf. Tomé mi palo favorito y me preparé para golpear la pelota.
-¿Y toda esta gente?- preguntó Sam mirando por el rabillo del ojo a los que nos rodeaban.
-Los de negro son mis guardaespaldas, las del uniforme morado cargan nuestras cosas y el resto... nos aplauden.
Me coloqué y golpeé la pelota, que entró sin problemas en el hoyo.
-¡Buen tiro!- aclamaron todos.
-Tú inténtalo también.
Le entregué el palo a Sam y se puso en una posición algo rara.
-Dobla tus rodillas- le indiqué-. Un poquito más, un poquito más. Estira tu espalda.
Tomó aire, levantó el palo para golpear y salió volando golpeando a uno de los guardaespaldas.
-Ups...¡Buen tiro!- exclamó.
Pasamos por varios hoyos, yo metía todas las pelotas y ella no golpeaba ni una.
Se preparó de vuelta y golpeó la pelota, lo único malo es que cayó en el agua.
Llevé la mano al puente de mi nariz, era imposible enseñarla a jugar.
Se quitó los zapatos y las medias, acto seguido se metió en el agua para cojer la
pelota, aunque lo único que podría pillar sería una pulmonía.
Me acerqué a ella y la cargué sobre mi hombro.
-¡Hey, Austin! ¡Bájame!

Samantha:
Austin dijo que era patética jugando al golf, así que me llevó a cenar. Era un restaurante quizás demasiado refinado, ya que tuve serios problemas para descubrir con cuál de la gran colección de tenedores comer, ¿es que tenía que saber que existe un tenedor específico para cada plato?
-Estoy llena- anuncié tras terminar mi plato.
-Si terminaste de comer, vamos- dejó el dinero sobre la mesa-. Si quieres te dejan llevarte la comida que sobra para casa, pero eso demuestra poca clase.
-Adelántate. Regresaré enseguida.
Me acerqué a la cocina para pedir lo que nos había sobrado, estaba segura de que a mi familia les encantaría.
-Tenga usted- me dijo el camarero.
-Gracias. ¡Regresaré la próxima vez!
Con las bolsas en las manos, me puse a caminar al aparcamiento, pero tropecé con alguien. Caí al suelo, y la comida también esparciéndose por todas partes.
-Oh My God, ¿quién es ésta?- dijo una vocecita irritante.
Levanté la vista y allí estaban las BGirls.

-¿No es Samantha?- dijo Sunny-. ¿Qué estás haciendo aquí?
Detrás de ellas aparecieron tres chicos, por su porte parecían ser también ricos.
- ¿La conoces?- preguntó uno de ellos.
- No- respondieron a la vez.
-¡Omg, el olor!- Miranda se tapó la nariz-. ¿Te ocupas de la basura del restaurante?
-Oh no, qué hacer. Creo que está llevando
la comida de otra gente, a su casa- se burló Sunny.
-Horrible! ¿Podrías esperar un momento? Puedes llevarte a casa nuestras sobras- añadió Ginger.
-¿Quiénes sois vosotros?- preguntó Austin, me miró-. ¿Por qué estás sentada en el suelo?
-¡Austin, cuánto tiempo! - dijo uno de los chicos-. Tus gustos han cambiado desde la última vez que te vi. ¿Quién es ella? ¿Tu sirvienta?
Austin lo fulminó con la mirada y lo agarró con violencia por el cuello del Jersey:
-¿Quieres callarte la boca tranquilamente...
O debería hacer que un artículo aparezca mañana diciendo que tu compañía ha cerrado sus puertas?
-Lo siento.
-No a mí- Austin lo soltó-. A ella.
-Me disculpo. Por favor perdóneme.
Austin me ayudó a levantarme y me sacó de allí.
Entramos en su coche, y condució a uno de esos lugares dónde las parejas van a ver películas sentados en el autocar.

-Pensamientos-
Austin: ¿Qué debería hacer?
Sam: No puedo tragar la saliva naturalmente.
Austin: ¿Cómo debería empezar para que parezca natural? ¿Por qué hace tanto calor? Si me quito la chaqueta diciendo que hace calor, probablemente me meta un puñetazo, ¿verdad?
Sam: Dios realmente...- en la gran pantalla los protagonistas de la película se besan-.
¿Por qué aparece esa clase de escena así de pronto?
Austin: Austin, ahora es el momento. ¡Gira tu cabeza!
Sam: ¡No! ¡Por favor no me mires ahora!
¡Austin, si volteas la cabeza, estás muerto!
Austin: Joder, no puedo hacerlo.
Sam&Austin: Qué estrés... ¡a comer palomitas!
Los dos estiran las manos hacia las palomitas, y se chocan. Apartan las manos rápidamente avergonzados.

Austin la mira y se acerca lentamente a sus labios. Sam cierra los ojos con cuidado. Cada uno puede sentir los corazones acelerados del otro y...
-Responde el teléfono, por favor~- grita el teléfono de Sam.
Austin se aparta y se apoya contra el sillón con fastidio.
-¿Diga? ¿Papá? No llores, ahora mismo estoy en casa

sábado, 2 de abril de 2011

Capítulo 8: Porque soy Estúpido (Parte 4)


Austin:
Ya con el uniforme de hockey puesto, entramos en la pista de hielo donde Jack nos esperaba.
-¿Qué es esto de llamar a la gente en medio de la noche?- dije indiferente.
-Tienes razón. Estaba por hacerlo pero era algo aburrido. Así que, escapé.
-¿Cómo has dicho?- repetí molesto.
-No me gustan las chicas fáciles- dijo Jack con chulería en su voz-. Pensé que era como un chico, pero resultó ser toda una mujer.
-¿Jack, qué pasa contigo?- preguntó Leo sin poder creer lo que Jack estaba diciendo.
-Me siguió a mi casa. Simplemente no se iba.
-Tío, ya vale- le pidió Eric.
Jack no hizo ni caso y continuó hablando, intenté aguantar las ganas de soltarle un puñetazo.
-Yo estaba un poco inseguro por lo sucedido con Mackensie, así que Sam solo podía ser un juego de niños.
-Serás hijo de puta...
Me abalancé sobre Jack y ambos caímos sobre el frío hielo. Le agarré por la camiseta y empecé a soltarle puñetazos.

-¡Vamos! Di eso una vez más- grité mientras le seguía golpeando-. ¡¿Qué es qué?!
-No estuvo mal para un juego de niños...
-¿Quieres morir, gilipollas?
-Ella no tiene nada que ver contigo de todas maneras- intentó disculparse.
-Sí lo tiene. Aún si no lo tiene, lo tiene, ¡cabrón!
Leo y Eric me agarraron por detrás y me alejaron de Jack. Este se incorporó y se limpió con la manga de la camiseta la sangre que caía de su boca.
-¡Soltadme... soltadme!- grité con ganas de continuar golpeando a Jack-. Si le haces daño a Sam, te mataré aunque seas mi amigo. ¡¿Entiendes?!
-Deberías haberlo dicho desde el comienzo- me espetó Jack-. ¿Ves? No puedes dejar ir a Sam. Si lo hubieras dicho honestamente, no tendría que haber hecho esto.
Me quedé mudo. ¿Se suponía que Jack había dicho aquellas locuras solo para que yo me diera cuenta de que aún no podía olvidarla?
-Eres un hijo de puta...
-Menuda manera más cafre de hacérselo ver- dijo Eric a Jack-. ¿Necesitabas cabrear a Austin y acabar golpeado?
-¿Por qué no nos lo dijiste antes?- se quejó Leo-. Te habríamos ayudado.
-Él tenía una deuda que pagar- Jack me miró-. Rompiste mi robot, ¿recuerdas?

Samantha:
"-Las cosas baratas te quedan bien. Aunque sea barato, como lo pierdas, estás muerta."
"-Sólo una frase. Di que te gusto... sólo eso."
Me tumbé sobre mi cama.
¿Estaba enferma? ¿Obsesión? ¿O es que simplemente no era capaz de olvidar al estúpido y egocéntrico Austin?
El móvil empezó a sonar, me incorporé y miré la pantalla: "Austin llamando"
Deslicé el dedo por la pantalla temblando y acerqué el teléfono a mi oreja:
-¿Qué quieres ahora? Estoy de muy buen amor así que no vengas a cabrearme... ¿Eric? ¿Eres tú? ¿Huh? ¿Qué dijiste?
No me lo pensé dos veces y salí corriendo de casa hacia el hospital que Eric me había indicado. Me acerqué a recepción preguntando por Austin, la enfermera me acercó a la Royal Suite del hospital.
Acerqué mi mano al pomo de la puerta, con el sudor frío resbalando por mi cara.
Abrí la puerta y la piel se me puso de gallina. De pie Eric y Jack con el semblante completamente dolido, Leo sentado en una silla al lado de una cama. Y en la cama... Austin con los ojos cerrados y una mascarilla de oxígeno.
-Despierta. Austin, despierta. Sam está aquí- le dijo Leo con la voz rota-. ¡Despierta, tonto!
-Esto no tiene sentido. ¿Estáis mintiendo, cierto?- pregunté sin poder todavía creerlo-. ¿Por qué de pronto él...? ¿Qué pasó?
-Salió corriendo diciendo que iba a verte, y entonces...- a Eric se le cortó la voz.
Me arrodillé a un lado de la cama y tomé la mano de Austin. Las lágrimas resbalaron por mis mejillas:
-Austin, despierta. ¿Por qué estás así? Tengo mucho que decirte. Tengo muchas cosas por las que discutir contigo y también  tengo muchas cosas para enseñarte. ¡¿Qué te pasa?!
-Estuvo deprimido todo el día, y de pronto dijo que necesitaba ir a disculparse- me explicó Eric.
-Yo debería ser la que se disculpe. Austin, lo siento. Te mentí. Cuando me pediste... que te dijera esas palabras... Me arrepentí en cuanto te fuiste. Austin. Austin, despierta. Creo que ahora puedo decirte las palabras que querías oír... ¿cómo puedes estar tendido aquí así? Levántate.
Agarré fuertemente su mano y lloré desgarradamente.
Su mano se movió, sus ojos se abrieron y se quitó la mascarilla sonriendo. Me miró:
-¿En serio?
-Samantha debe de estar realmente sorprendida- dijo Eric riéndose-. Mira sus zapatos. ¡Ha venido en zapatillas! Austin, debes sentirte feliz.
-Dicen que estamos a -10 C, ¿No tienes frío?- Leo también se reía de mí-. Sam, estoy tan conmovido. Si yo fuera Austin, no me importaría morir ahora mismo.
-Jack...- dije confiando en que él no se reiría.
-Lo siento, vosotros dos sois demasiado tercos.
-Suelta ya lo que ibas a decir hace un momento- Austin se acercó a mi arrastrándose sobre la cama-. Las palabras que quería escuchar. "Creo que ahora puedo decirte las palabras que querías escuchar..."
-¿Quieres morir?- le tapé la boca.
El resto empezaron a reírse. Mi tiré sobre Austin dándole manotazos.
-¿Estás pegando a un enfermo?- se quejó Austin.
-¿Eres un enfermo?
-¿Qué es esto? ¡Solo era una broma!
-¿Una broma? ¡Esto no es una broma, imbécil!