viernes, 15 de octubre de 2010

Capítulo 5: Sin Palabras... (Parte 5)


Austin:
Lo había conseguido, había seguido a Sam desde su casa a la Séptima Avenida, aunque ¿a dónde demonios iba por las tardes?
Se quedó mirando un escaparate de ropa, yo la adelanté y me escondí en uno de los tantos soportales que había. Me asomé lentamente, podía observarla pero ella a mí no.
Dejó el escaparate y se acercó andando. Saqué una moneda de un centavo y la lancé rodando por el suelo. Sam la pisó, miró con disimulo todo su alrededor y se agachó para coger la moneda. Volvió a incorporarse y miró satisfecha la moneda con una gran sonrisa en la cara. Solté una carcajada y salí de mi escondite.
Al verme, la sonrisa desapareció de su cara, me acerqué a ella.
-Desde luego tienes que verte, me vienes enfadada y con gritos por comprarte cosas para tu chabola y sin embargo, pierdes el culo por una mísera moneda.
-¿No sabes que encontrar una moneda es sinónimo de buena suerte? - clavó sus ojos en mí-. ¿No serías tú el que lanzó la moneda?
 -Como recompensa a tus esfuerzos la tiré por probar. Ha dado buena suerte, ¿no crees? - me tendió la moneda-. Quédatela, ¿no dices que dá buena suerte?
-Mi suerte se ha esfumado en cuánto tú has aparecido.
-Cierto, la verdad es que tienes mucha suerte - la agarré del brazo.
-¡Suéltame! - gritó-. ¿Qué quieres ahora?
-Nos vamos de compras - contesté.
-¿No ves que voy a trabajar?
-Tranquila, yo me haré responsable si te despiden.
Intenté hacerla andar tirando de su brazo, pero no se movió ni un milímetro.
-Austin, ¿podías parar de decir eso de tu "responsabilidad"? Además, vete con Ginger de compras, apuesto a que ella irá encantada.
-¿Quién es esa?
-La listilla de las BGirls que se muere por ti, ¡yo no voy!
Suspiré, me estaba volviendo loco. La agarré por la cintura y la colgué de mi hombro. Empezó a patalear y a pedir socorro. La gente que pasaba por la calle se nos quedaba mirando. No hice caso de nadie y la metí a la fuerza en el coche.

Samantha:
El chófer paró el coche bruscamente y la puerta se abrió. Austin prácticamente me empujó para que saliera al exterior. Ante mis narices estaba el centro comercial más grande, caro y con las tiendas más exclusivas, que casualmente era propiedad del Grupo Mcklaine.
Austin me agarró del brazo llevándome a rastras hacia en interior.
Él caminaba dando grandes zancadas que me costaban seguir, con la cabeza alta, como creyéndose el dueño del mundo, mientras Robert, el secretario de su madre nos seguía. Entonces habló:
-Cierra el centro comercial durante unas horas, en cuanto acabemos que abran de vuelta.
-Señorito, ¿no debería haber llamado antes?
-Soy el dueño, ¿por qué necesito pedir permiso? Corta el rollo y limpia este lugar.
-Señorito, ¿no podría usted esperar un rato? ¿Cómo vamos a echar a toda esta gente?
Miré hacia todos lados, era cierto, estaba hasta los topes de gente. Austin se paró, aún así no me soltó.
-¿Me estás pidiendo a mí que espere? - bufó-. Si no lo haces tú, lo haré yo.
Robert no contestó. Austin me agarró aún más fuerte del brazo y entró en una de las tiendas. Se nos acercó una dependienta:
-Buenas tardes, ¿les ayudo en algo?
-¿Dónde está el coso eso que hace ruído?- preguntó Austin.
Robert y yo lo miramos confusos, ¿y ahora de qué hablaba?
-¿Cómo dice...? - preguntó la joven también confusa-. Aquí solo tenemos calzado.
Austin puso los ojos en blanco, se acercó a una de las estanterías y cogió una sandalia negra con un tacón de aguja de infarto. Me puse blanca.
-Ni sueñes con que me ponga eso - dije todavía mirando el tacón.
-No es para tí.
Me volvió a arrastrar hacia el exterior de la tienda, la alarma empezó a sonar y la dependienta salió detrás nuestra:
-Oiga, ¡tiene que pagar!
-Robert, despídela de inmediato - murmuró secamente.
Recorrió con la vista el largo pasillo, se encaminó hasta pararse delante de una alarma de incendios. Sonrió maliciosamente e hizo saltar la alarma clavando el tacón en el botón. Robert cerró los ojos y yo miré a todas partes. Toda la gente empezó a correr pensando que había un incendio. En cuanto todo quedó despejado volvió a hablar.
-Ahora sí que nos vamos de compras.

Austin:
Lo primero que hicimos fue comprar dos maletas, y bien grandes.
Luego entramos en una tienda de ropa interior, cogí a boleo dos bikinis y los metí en una de las maletas.
-¡Ni de coña! - dijo Sam tirándolos al suelo.
Los cogí, los metí de vuelta en la maleta y la arrastré a otra tienda, donde ya se empezaba a ver ropa veraniega.
Rebusqué entre los colgadores y cogí varios vestidos. Los coloqué en el regazo de Sam.
-Hale, pruébatelos - dije empujándola hacia los cambiadores.
Puso los ojos en blanco y entró, no sin antes rechistar un rato. Mientras esperaba a que saliera busqué algo de ropa veraniega, entré en uno de los cambiadores y me lo puse, una blusa remangada por el codo de flores hawaianas, un pantalón largo rojo y unas romanas en los pies.
Sam salió de los cambiadores con un vestido por la rodilla marrón y verde. Cogí la mayor cantidad de ropa posible y la pagué. Entramos en otra de accesorios, agarré un par de gafas de sol y nos las pusimos, luego a ella le puse una pamela en la cabeza y salimos de la tienda.
Robert metió las maletas en el coche y entramos.
Cualquiera persona que nos hubiera visto, habría pensado que habíamos escapado de un psiquiátrico, ¿quién andaría por Nueva York en pleno invierno con ropa veraniega y gafas de sol? Era de locos, aún así y una vez más me daba igual.

Eric:
 El chófer conducía mi coche, cuando mi teléfono móvil empezó a sonar. Austin llamando. Deslicé el dedo por la pantalla táctil y contesté:
 -Voy de camino, ¿de verdad que tenías que llegar tan lejos? Quiero mi recompensa por esto, porcelana blanca de la Dinastía de Goong, luego no me vengas con mierdas de querer devolverla, que nos conocemos...
 El coche aparcó delante de la bocatería. Entré y me acerqué a Selena, que no me puso buena cara. ¿Cómo podía estar haciendo esto? Venga, es por la porcelana blanca...
 -Ven conmigo.
 -¿Eh? Oye, no soy Sam, soy Selena su amiga..
 -Lo sé, pero necesito que vengas ahora - me miró vacilante, necesitaba una escusa rápida-. Sam, está en peligro.
 -¡No! ¿Qué le ha pasado? ¿Un accidente?
 -O vienes conmigo o no la volverás a ver durante un tiempo.
 -Pero, ¿está bien? - preguntó preocupada-. ¿Quién avisa a sus padres?
 -Leo se ha ocupado de eso - le tomé de la mano, se puso como un tomate-. Vamos, yo te llevo con Sam.
 -Pero, ¿Mike...?
 -No te preocupes, ya nos ocuparemos de tu rarito jefe luego.
 Salimos corriendo, nos metimos en el coche y el chófer arrancó.
 Ella había caído como las moscas, y Austin me debía una porcelana.


3 Flores:

Lina dijo...

ay!!! que super quedo este cap... quiero mas, quiero mas, esta muy buena la historia!!! jaja con ropa hawa... bueno de esa ( es que no se como se escribe)en pleno invierno, si la gente tal vz pensaria que estan un poquitin locos, aemas hace un tris de frio, pero hay yo quiro en cierto punto un novio asi!!!!

Valeria. dijo...

hahaha se ve que Austin esta super pendiente de ella!
aunque a veces Sam no se quiera llevar bien con el, ay momentos que se la pasan de lo mejor!
como este^^
hahaha definitivamente Austin es un amor<3
los detalles que le hace(:
me encanto el capi^^
esta de lo mejor:D
publiquen pronto!
Cuidense
Bss; Vaal<3

Elena dijo...

haha me gusto el cap.
pero tengo ganas de leer los siguientes =P